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El primer engaño

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Estábamos acostados para empezar ilusionando nuestra primera noche con un amor que prometía todo y le creíamos más. Había llegado “El Cocodrilo” que durante lustros nos había ilusionado con promesas increíbles si llegaba a la silla mayor ¿Y por qué no habíamos de creerle? Si a todos los que habían llegado les entregamos nuestras ilusiones y esperanzas, pero nos seguían engañando.

Pero López sería diferente, luego de eruditos de escenografía becados en Harvard, dipsómanos improvisados y después la hecatombe, un ranchero burdo guanajuatense que podría significar una verdadera revolución y un cambio de los señoritingos que usaban Prada y corbatas Hermes por un sombrero, botas y paliacate. Pero no imaginamos que sería manejado por una boticaria de Celaya que lo que le faltaba de estatura, le sobraba de perversidad.

Se cumplió el milagro y para nuestras penas y mala suerte llegó López a la presidencia y la primera ocurrencia que tuvo fue desaparecer al Estado Mayor Presidencial esbozando con una firma trágica lo que traía su mente ya enferma inventando la primera monumental farsa: el desabasto de gasolina. En ese momento hizo traer, como la canción de Cri Cri quinientos pasteles nomás para él. Mandó comprar 90 pipas nuevas equipadas supuestamente en una armadora cercana a New York para aliviar la inventada carencia de combustible.

Hasta la fecha, nadie sabe, nadie supo el costo de los camiones cisternas, dónde operaron en la contingencia y su ubicación exacta al día de hoy. Una fatalidad que jamás existió porque además se aderezó la mentira con la férrea sentencia: se acabó el huachicol para siempre, mientras la mafia organizada, enviaba un mensaje letal causando un estallido en Tlahuelilpan, Hidalgo causando 137 muertes por un mal manejo al momento de “ordeñar” la tubería de PEMEX cuando apenas había cumplido un mes en el mando presidencial.

El huachicol como la corrupción, la droga y la prostitución no se ha acabado ni se acabará, aunque un político demagogo lo repita mil veces. Quedó claro que el mayor robo de combustible a la petrolera del Estado no sucede pinchando un tubo, la gasolina sale por la puerta de la dependencia con papelería oficial y con la anuencia de los cómplices, el Sindicato, los directores, policías, despachadores y empleados de la empresa más corrupta de la tierra.

Otra más. Si usted imagina que el producto robado se vende por litros casa por casa, está, pero bien equivocado, la distribución es por medio de… las mismas gasolinerías porque son millones de litros los que hay que vender además, no se le ocurre a usted pensar que la turbosina de los gigantescos aviones de las empresas millonarias también se compra a los mismos “proveedores”.

La primera mentira de López fue como la promesa juvenil, nada más la puntita, después ya veremos. El presidente López nos engañó y lo sigue haciendo, robándose todo lo que puede, ahora con la nueva manera de apropiarse de lo indebido con la modalidad de que como lo manejan los soldados, es de estricta secrecía y confidencialidad porque es tema de seguridad nacional y aunque no somos un país bélico porque no le competimos ni a Nauru que mide tan solo 21 kilómetros cuadrados, sí acostumbramos presumir que nuestros soldados cuentan con un departamento de inteligencia militar y eso es secreto divino.

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