Si bien es cierto que existen prioridades, como menciona el otro Cortés en esta página, como las elecciones del hijo de Satanás, es decir, Nicolás Maduro, y el que lo engendró, Hugo Chávez, los venezolanos están jugándose el pellejo (sin albur), con el alma en un hilo, deseando que el que habla con los pajaritos se vaya al mismo retiro que el presidente López, o sea, a la chingada. Me despertaré muy temprano este viernes para saber si todo el dinero que invertí vía impuestos fue bien gastado por los atletas. Si llegamos a nueve preseas, dicen los que saben, gritaremos jubilosos.
Será triste, sin duda, que el palurdo Nicolás siga sentado en la silla principal, mientras que los sufridos ciudadanos sigan esperando que los pajaritos le aconsejen que los deje en paz. Es muy doloroso, pero así como los mexicanos tienen el gobierno que merecen, si los venezolanos no tienen los “tanates” para derribar un espanta-pájaros, que se aguanten, como nosotros, que cargamos el dolor y la vergüenza de tolerar al cocodrilo.
Pero voy más allá. Aunque suene irónico, mientras Venezuela tiembla, en México nos tronamos los dedos para que en el medallero olímpico no seamos el vagón de cola del tren de la desgracia, porque competimos contra países que triunfan y no siempre tienen tres comidas al día, mientras que los nuestros, mejor alimentados, somos la cola de ese ratón que suele vestir de color verde.
El cronista deportivo, hijo de la recientemente fallecida Queta Lavat, Pablo Carrillo, quien no es malo (o al menos es mejor como golfista), decía a Pascal Beltrán, conductor ancla del servicio informativo del Grupo Imagen, que “brincos diéramos” si llegamos a nueve preseas, y no es que sea conformista, es lo que hay. La misma comparación se puede hacer en la liga futbolera, donde el trabuco que siempre arma Emilio Azcárraga y sus aves rapaces del América está en los primeros lugares, y eso no es casualidad, más bien es fruto de esfuerzo, conocimiento y marmaja.
Aquí, para empezar, el tronco del árbol deportivo está podrido, porque Ana Gabriela Guevara, que como atleta fue sobresaliente, como directora del deporte es muy buena motociclista, aunque deshonesta, independientemente de sus preferencias sexuales. Con la marca de la casa, desaparecen los presupuestos a las disciplinas que no le plazcan, como las nadadoras que tienen que andar vendiendo calzones para comprarse un Frutsi de guayaba, nada más por sus muy azules y relumbrosos… Bueno, sí tiene, por eso no puede usar minifalda.
Pero bueno, ya estamos acostumbrados, por eso la repetida estrofa del genio de la música, Chava Flores: “¿A qué le tiras cuando sueñas mexicano?” Seguiremos sufriendo y jirimiqueando, los venezolanos en las urnas y nosotros en el medallero. Solo falta que “colita de caballo” ratifique a la Guevara en el deporte, con eso de que a los beatos se beatifican… y a las ratas se ratifican.
