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Anécdota

Por falta de tinta o carencia de ingenio, se me quedaron en la tlacuachera muchos datos que remito raudo y veloz además de sumar una anécdota que a lo mejor relaté hace mucho pero es tan bella que merece el indulto, ahora tan de moda.

En el jolgorio de Gutiérrez de la Garza, no podía faltar Vico Canales y Obed Campos que acechantes felinos seguían cautelosos a la gacela en movimiento alguno para después armar la columna del siguiente día.

El que llegó puntual y acompañado fue el pastor recién nombrado en la majada tricolor, así es que Lalo Bailey hizo entrada triunfal como eso de las 16:30 como los toreros caros.

Cuanto “Te temo Zamudio” −Cuauhtémoc Zamudio−, el escultor, llevó ofrenda por lo que pudiera pasar en el futuro.

Buen detalle el aterrizaje de dos panaderos que sin ambages ni tapujos hicieron suya la fiesta demostrando que hay, como decía Tony Ahmed en la variedad del congal “El Patio” prestancia y categoría al abrazar a un tricolor que seguramente estará en alguna boleta electoral.

Infaltable la mesa de los ex compañeros diputados locales.

Chambeadora como siempre y de más, la Olivia Martell que además de ser la mera papas fritas de la comunicación de Gutiérrez, excelente en las relaciones públicas, ya que sabe moverse en el ruedo, conoce a los matadores y el burladero que deben cubrir.

Extrañamos a Federico Vargas, a Marcela Guerra y a Rogelio Cerda que siendo ajonjolís de todos los moles no corrieron el toro en la lidia ordinaria.

En fin, las cosas empiezan a ponerse sabrosas y aunque faltan muchas lunas, lo cierto es que los gallos empiezan a cantar, las navajas a brillar y no dilata el gritón que dará la orden de cierren las puertas, liberen los gallos, y a probaaaar.

La anécdota
Cuentan que cuando estaba próximo a abandonar el trono presidencial Adolfo Ruíz Cortines una buena tarde mando llamar a López Mateos que entonces despachaba como un gris Secretario del Trabajo que apenas la prensa se ocupaba de sus pingues actividades, malas por cierto, porque salvo de ser excelente orador, la verdad nadie le veía patas de jinete.

El presidente Ruiz Cortines acostumbraba sacar de una cantina de madera tallada a mano por los artesanos michoacanos, una botella de Cuervo Tradicional para echarse un alipús, sacando una sola copa y luego de servirse un doble rebosante, de un trago le vio el fondo para después de carraspear el gaznate le dijo: “Le mandé llamar para decirle que cualquier mexicano podría llegar a Presidente del país, menos usted para que no se haga ilusiones, muchas gracias, buenas noches, que le vaya bien”.

Confundido ALM se retiró rumiando su coraje, hasta el día siguiente que volvió a ser llamado por el Presidente que repitiendo la acción del día anterior, abrió la cantina, sacó el tequila ahora con dos copas que llenó acompañándolo con irónica sonrisa diciéndole,  “siéntese tocayo, quiero brindar con el próximo Presidente de México. ¿Alguna pregunta?” dijo Ruiz Cortines.

Sí señor, ¿por qué ayer me dijo que yo sería la última persona que pudiera ser su sucesor?

Acomodó una nalga en el trono el Presidente y le espetó: “¿Con cuántos cabrones vino ayer?”

“Trescientos quizá señor Presidente…”

“¿Hoy?”

“Solo con seis señor”.

“¡Hágase acompañar siempre de estos seis que le siguieron hasta hoy, y los de ayer, a los otros, mándelos a chingar a su madre! Estos, sí son gente suya los demás son puros cabrones oportunistas”.

Por la noche los “sectores unidos” todos se pronunciaron por la candidatura de Adolfo López Mateos como el mesías que estaban esperando.

Habrá tiempo para platicarles la historia más larga y no menos interesante, por lo pronto esperemos que “El Takechi” o el que sea, confíe en esos seis que llegan con él a la tierra prometida y no con los seiscientos que andan de fiesta en fiesta, a ver si se les hace.

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