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La información nunca está protegida

Qué inocentes

Lo que puso al descubierto días pasados el diario alemán Der Spiegel relativo al espionaje del que fue objeto Felipe Calderón suena cómico cuando el ex Presidente se lamenta que no fue un agravio a su persona, sino a las instituciones del país.

¡Mira nomás, descubrió el agua hervida Felipe, pero así que digas extra!  ¡Extra!   ¡Descubrimos que existe espionaje entre gobiernos!

No manchen, los pájaros en el alambre,  la ropa tendida, o moros en la costa,  están desde que el mundo es mundo;  o que ya olvidamos al maestro de ese arte perverso, discreto o secreto como Fernando Gutiérrez Barrios o Miguel Nazar Haro, Javier García Paniagua, y a nivel localito a la tripa Miguel Ángel Castro Prado, José Luis Solís y Cortés, y al temible Rafael Chao López.

Si la memoria no me traiciona hasta 1947 existió un ente bautizado como Departamento de Investigación Política y Social que había creado Lázaro Cárdenas que se encargaba de investigar secretamente lo que pretendían hacer los políticos opositores del sistema, nacionales o extranjeros.

Después llegó Miguel Alemán y bajo la batuta de un peligroso asesino “redimido” con ideas nazis, el general Marcelino Inurreta de la Fuente dio creación a la Dirección Federal de Seguridad organismo anticonstitucional e ilegal pero con un poderío extraordinario que los mismos malditos policías federales temblaban ante la presencia  de los miembros de la DFS sobre todo cuando estuvo al frente el aterrador Javier Coello Trejo y  Enrique Álvarez del Castillo.

Intocables, poderosos y absolutos. Secuestraban, torturaban, asesinaban además de intervenir teléfonos, cuentas bancarias, correos, envíos y todo lo que se les ocurriera.

Debo agregar que cuando se les atoraba la carreta, ordenaban –ojo, no solicitaban- que corporaciones como policías judiciales, o federales de caminos apoyaran en cualquier operativo sin brindar el por qué se estaba llevando a cabo,  por ser ordenes de muy arriba.

Todos se disciplinaban.

Así es que suena ridículo escandalizarse porque el gobierno americano tienen “ojos y orejas” para enterarse de todo lo que se hace o platica en la intimidad o secrecía de un personaje.

O ya olvidamos Watergate, o recientemente Wikileaks que puso nerviosos a más de cuatro políticos locales cuando el cónsul americano Luis Moreno destapó información que luego Ramón Alberto Garza platicando con la periodista Carmen Aristegui, puso en serios aprietos a personajes locales, que hasta la fecha andan sueltos del estómago.

Coinciden varios periodistas en qué pudo haber tenido de interesante escuchar conversaciones de Vicente Fox que no haya sido que Martha lo mandaba por las tortillas, salvo que hubieran monitoreado a Lilian de la Concha la ex esposa que está siendo investigada por la corte americana por presunto lavado de 600 millones de dólares producto de un narcotraficante que ahora es la pareja sentimental de la ex del hombre de las botas.

O de las operaciones de los hijitos de la señora Sahagún de Bribiesca que son dueños de plataformas petroleras, o de la otra niña chiflada de Fox que se da vida de millonaria en el jet set.

Eso sería interesante, no las tonterías de Vicente ni las pláticas de Felipe cuando estaba borracho, que era casi siempre.

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