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La información nunca está protegida

Menos se va a olvidar

Esa mamarrachada de que dos de octubre no se olvida, se tornó verdadera.

Seguramente Álvaro Sánchez Valdez –ojalá no-  no la recordará porque estará muerto o al menos disléxico,  o sea que no estará consiente de lo que le hicieron.

Álvaro es un policía chavo de tan solo 39 años que fue masacrado por una turba de salvajes profesores, anarquistas, encapuchados, sindicalistas  o como quiera bautizarles que con el pretexto de la matanza de Tlatelolco siguieron al pie de la letra la conjura del Talión, muerto por muerto, cobrando una deuda a quien en esa fecha  ni siquiera había nacido.

La familia no lo olvidará. Tanto fue el cántaro al agua que terminó por despedazarse en un pobre policía que como caso extraño, la sociedad completa ahora defiende a los de la corporación que por tradición maldice.

Esta vez los padrinos fueron los novios.

Hoy elevamos enérgica protesta por el razonamiento equivocado de los responsables superiores de mandar a los uniformados como reses al sacrificio, sin pistola, gas lacrimógeno, una risible macana y un silbato servirán para maldita la cosa ante la enardecida turba que con piedras, palos y lo que esté a la mano atacaron a los genízaros que además cumplían orden irrestricta de no atacar ni repeler la agresión, solo aguantar a pie firme.

El resultado aunque tardó, era el esperado.

Aun recordamos cuando en la primera intentona fallida de tomar la terminal aérea, los videos muestran cómo un gorila con credencial de profesor, le da de tubazos en el casco a un gendarme que al menos lo dejo atolondrado.

Otro simio educador con encendedor Bic  –no saben fallar-  en la siniestra y aerosol en la diestra, “sopleteaba” a otro pobre uniformado que el escudo le parecía minúsculo para cubrirse de la agresión.

Eso sí, los dirigentes de los flojonazos argumentaron primero: que exigían ser recibidos por el mismo Secretario Gobernachong y ninguno de sus corifeos.

Segundo: que los policías que estuvieran en los puntos de conflicto estuvieran desarmados, porque de no ser así, significaba que rechazaban el diálogo y las condiciones no se prestaban para alcanzar  un acuerdo.

Hágame usted el rechingado favor, y le voy a solicitar al editor no le ponga   ni pitidito ni puntos suspensivos  a la frase porque estoy indignadísimo.

Reitero, ojalá que Álvaro Sánchez no muera ni quede parapléjico, porque su familia va a recordar esta fecha, yo en lo personal, siempre me voy a acordar de las madrecitas de los animales que participaron en este acto de barbarie.

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