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La información nunca está protegida

El secuestro

José Woldenberg  es un bato picudo, de esos que se podrían calificar como brillante, y vamos que para llegar a ese apartado se requiere demasiado de todo.

Es judío polaco y nació en Monterrey –bueno nadie es perfecto- y se hizo figura pública cuando fue presidente del IFE, instrumento que logró que la credencial de elector tuviera credibilidad, ésa que la licencia de conducir apenas empieza a ganar, porque todavía como documento de identidad oficial, el plástico del Instituto Federal Electoral es el que sigue rifando.

Antes que sentara sus reales el esposo de Julia Carabias, el Instituto era una cueva de alquimistas electorales que servía de centro de operaciones al momento de una elección.

Woldenberg le dio seriedad.

Es también articulista de periódicos y dirige una revista de buena manufactura donde acaba de escribir un tema interesante sobre el secuestro que es harto interesante aun para los que no hemos tenido la mala fortuna de vernos envueltos en el difícil tema de uno de los delitos más perniciosos, detestables y dolorosos que aqueja a la sociedad.

Se da en todos los niveles socioeconómicos y los que piensen que está reservado para gente pudiente con auto de lujo en la cochera, habita en el error.

Hoy secuestran al anciano, al joven, a la dama o al niño.

Rico, medio pelo o más abajo y las peticiones son desde miles de pesos y la factura del modesto Tsuru,  que millones en dólares y los papeles del Mercedes reciente.

Los secuestros se daban hace tiempo solo en la clase política  por bandas capitaneadas por caciques que su finalidad era retirar de la circulación al incómodo o enviar un mensaje a los opositores, como los sonados casos de Arnoldo Martínez Verdugo líder del PSUM en el 83 y años atrás Rubén Figueroa en el setenta y cuatro en el Estado de Guerrero.

Después se dio el de Félix Bautista y recientemente el de Eduardo Valseca de las publicaciones, que dejó para siempre su hermoso rancho en Santa Rosalía para irse a vivir para siempre en Estado Unidos después de haber pagado su esposa seis millones de dólares por su liberación.

“En la política y en la guerra todo se vale” es refrán que no encaja en la forma de pensar del ex presidente consejero del IFE asegurando que hasta en el terreno del delito, el secuestro no tiene cabida porque carece de moral, es enorme el sufrimiento que causa y no tiene reivindicación, aunque sea utilizado como instrumento de presión extrema.

Los otros delitos actuales, la extorsión, secuestro y cobro de piso son delitos producto de la delincuencia urbana y los cometen inadaptados que buscan obtener recursos para comprar droga y lo peor, es que son dirigidos desde centros de reclusión que desde hace algún tiempo el gobierno federal prometió implementar sistemas para bloquear las señales celulares.

Hasta el momento no se ha hecho gran cosa, pero esperamos que en breve llegue la orden salvadora y empezar a trabajar sobre la medicina para esta enfermedad que nos aqueja a todos, no nada más a los políticos.

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