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La mera neta

Si sales en la tele, existes, si no ni madre, suelen decir los que se dedican al maravilloso mundo de la caja idiotizante.

¿Por qué les digo esto?

Porque René Drucker Colín es uno de esos batos picudos que hasta que apareció en el Canal de las Estrellas nos dimos cuenta que existía y que es un científico especializado en neurobiología, fisiología y neuropatología molecular.

No sé de qué sirven esas vainas, y creo que usted tampoco, pero es como el Ciro Peraloca de las historietas de Donald.

Bueno, mi brother Jaime Escandón que reside en Miami y es creador y productor de buenos programas de televisión me envió un correo donde relata  que la niña Carolina Aranda, jovencita de once años habló  –no sé por qué- en un Congreso Mexicano de Pediatría celebrado en el World Trade Center de la ciudad de México.

Sorprendió a todos la chavita cuando habló con profundidad a los que cacaraquean que desean construir un México mejor y solo lo hacen sobre el mantel en pláticas de sobremesa.

O como los miembros del Partido Verde Ecologista de México, que se dedican hacer política, no a tratar asuntos de ecología y medio ambiente.

Remató su intervención con la frase: “pobre  México nuestro, tan cerca del futbol y tan lejos de la ciencia”.

Estoy convencido que un cerebrito le escribió parte o todo de su texto, porque si fue de su cosecha,  esta niña será mañana  súper dotada.

Pero resumiendo, Carolina espetó: ¿Por qué apoyar más a mediocres futbolistas que a los científicos?  ¿Son mejores personas?  ¿Producen mayor riqueza? ¿Nos divierten más?, no creo, gracias a los científicos también nos divertimos, ellos inventaron la computadora, iPod y simuladores. Además salvo mínimas y honrosas excepciones, todos los futbolistas nos hacen ver muy mal mundialmente y nuestros científicos que nadie apoya, no.

Gobierno y televisoras invierten tanto en un futbol mediocre y en sus hombres que son terriblemente malos, mientras se invierte tan poco en ciencia que son tan buenos.

Además contamos con la mejor Universidad de Hispanoamérica. ¿Por qué no apoyar lo que ya da resultados?

Un país que no invierte en ciencia y educación será siempre un país pobre.  ¿Queremos un México pobre? remató la escuincla.

No descubrió el agua hervida la oradora, el extraordinario negocio de las patadas en México, lo inventó Emilio Azcárraga Milmo, Guillermo Cañedo de la Bárcena y su equipo de controladores entre los que se cuenta (bah) Joao Havelange, aquel gigantesco brasileño millonario que estuvo al frente de la organización mundial futbolera por décadas dejando tantos dividendos, los que aún hacen sonar la registradora.

En pocas palabras, mientras se sigan invirtiendo sumas monumentales en estadios, balones, franquicias y fuerzas básicas, se seguirán engendrando frankesteins vacíos que después de anotar un par de goles a los diez y seis años y con el petate del muerto de emigrar a Europa, “chantajean” a los clubes de que les paguen sumas extraordinarias como el caso del que tuvieron que apodar “Tecatito”, porque se apellidaba Corona,  que era un huerquete medio pelo del equipo titular de los Rayados y ahora sale en la banca de un equipo europeo, creo que también cervecero.

Quién sabe hasta dónde la comercialización de las piernas subestime los alcances del cerebro y sigan fortaleciendo más a los ídolos de barro que en cualquier momento se derrumbarán como el reciente caso del boxeador tapatío “Canelo” Álvarez que el negrito Mayweather dándole cátedra magistral le puso una zarabanda que Dios guarde la hora, situándolo en su dimensión exacta.

Pero cómo vamos a pensar en invertir centavos en talentos, cuando los billetes se tiran en el cesto de los educadores que se pasan meses en huelgas y manifestaciones, dejando claro que es más negocio ser líder del magisterio o sindicalista petrolero que quemarse las pestañas intentando descubrir nuevos horizontes de la ciencia, o fortalecer más los bíceps y las patas que el cerebro. [email protected]

 

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