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Confesión

Confieso ante Dios todo poderoso, a la bienaventurada siempre virgen María y a todos los santos y no sé qué más dice la jaculatoria porque fui uno de los que declaré, escribí y fustigué a los gobernantes de todos los niveles la falta de… pantalones para arremeter y poner en orden a los huelguistas profesores arrastrados que faltando a su deber, obligación y vocación de enseñar a los chilpayates,  se la han pasado de haraganes entre el Zócalo y Paseo de la Reforma con intento de cerrar periférico, viaducto y toda aquella avenida que se les atravesara, además de la locura que no los dejaron o que fue nada más finta de tomar las instalaciones del aeropuerto, que hubiera sido un barril de pólvora explotando sin control.

Pero confieso que dije que no podían con el paquete y hoy tendré que tragarme las palabras porque ahora sí, ya entendí adonde querían llegar las autoridades que ya lograron su cometido y tienen agarrados de las glándulas reproductoras a los profesores que si les aplican la reforma a la ley de General del Servicio Público, se quedarán sin chamba y ahora, ya no tendrán derecho al pataleo.

Es cierto que los capitalinos han pasado por momentos muy desafortunados, perdiendo el  trabajo algunos, la vida otros y molestias a todos, sobre todo los policías que así como se les critica en muchas ocasiones, hoy, hay que quitarnos el sombrero por la gesta heroica que soportaron sobre todo el miércoles que los orangutanes con tubos en las manos agredieron a mansalva a los uniformados que aguantaron el chaparrón y sin repelar.

Resultado: diez y siete heridos, todos policías y dos de suma gravedad con profundas heridas en contusión de cráneo y que esperemos que no, pero morirán indefectiblemente.

Hasta ayer, los pronósticos eran de fatalidad y cargarán sobre las conciencias, si es que tienen, la muerte de esos pobres infelices en manos de unos delincuentes con gafete de educadores.

Unos educadores que no había necesidad de exponerlos  a un examen sesudo, rebuscado ni sofisticado.

Era suficiente que enfrentaran una prueba de ortografía simple para botar a la calle a un porcentaje mayor de asnos que ostentan diplomado de profesores, y que me disculpen los menos, que realmente son muy pocos.

¿Recuerdan ustedes el ridículo de Elba Esther Gordillo que ante el Presidente Calderón en cuatro intentos no pudo pronunciar una palabra nada complicada, dentro de su discurso?

Espero que para cuando usted este leyendo estas líneas, ya los maestros hayan abandonado la capital y enfilados a sus lugares de origen, porque ahora sí, con la nueva ley que el gobierno inteligentemente logró sin que se dieran cuenta, este arroz ya se coció y a partir del miércoles, no habrá salario, y si me alargo un poco, perderán hasta el trabajo.

A ver si ahora sí entienden la o por lo redondo y no la confunden con el cero, que es lo que deberían de haber sacado en el examen.
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