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Un filme muy filoso… Tan filoso como un cuchillo

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Todos se le fueron a la yugular.

¿Por qué no gritaste?

¿Por qué no paraste la escena?

¿Por qué permitiste que siguiera?

Todos dudaron de su versión.

Todos querían un final feliz donde no lo había.

Todos querían en el fondo seguir la filmación e ignorar que ahí, en ese set de filmación, había ocurrido una violación.

Si no fuera por ese final tan dramático, escandaloso y sensacionalista donde dejan muy mal parados a los movimientos feministas, “Un actor malo” (2023) sería la película perfecta.

En un válido afán de impactar a la audiencia, el director y guionista Jorge Cuchi echa toda la carne al asador en esta, su segunda apuesta cinematográfica mostrando la furia del ser humano para cobrar justicia por mano propia.

El poder de “Un actor malo” recae en dos estupendas y valientes actuaciones de Alfonso Dosal y Fiona Palomo.

Dosal está y luce impresionante, con una garra actoral fuera de serie y ella, Fiona Palomo, da verdaderas cátedras de actuación.

La estructura con la que se edificó “Un actor malo” está muy bien lograda, con un guion pulcro, duro, bien escrito, sin margen a error.

La historia es la que cruza los límites de lo permitido… y lo no permitido.

Sandra Navarro, (Fiona Palomo) y Daniel Zavala, (Alfonso Dosal) son dos actores que están en plena filmación de una película independiente de un famoso director de cine.

Ambos actores están listos en una habitación de un motel para hacer la escena de sexo que se requiere.

Se vacía el set.

Previo a esto y durante un ensayo del guion, en la sala de maquillaje, se habla de esa escena de sexo que están a punto de montar.

La maquillista sugiere que por qué no se realiza la escena de sexo en forma real, tal y como en “Anticristo”, (2009) de Lars Von Trier.

Todos ríen por la sugerencia.

Él dice que está dispuesto y ella dice que no.

Arranca la filmación.

El asume que le gusta a ella.

Ella asume que está tratando con un actor profesional.

Llegan los besos, el manoseo y de repente algo sucede que el director decide parar la grabación.

Algo en la cara de ella expresa que no todo está bien.

Todos la cuestionan: ¿Estás bien? ¿Sucedió algo? y ella dice que todo está bien cuando en realidad no lo está.

Sandra le pide al director un momento a solas y se queda con las dos mujeres encargadas de la producción.

Con voz ahogada y un llanto imposible de detener, Sandra declara a las dos asistentes que Daniel la acaba de violar.

En este, su segundo largometraje, Jorge Cuchí explota al máximo la vena actoral de sus dos protagonistas.

Exprime sin misericordia la historia lo más que puede y lleva a sus dos talento por senderos sinuosos donde no hay limites.

Donde todo puede ser creíble o no.

Aquí sólo hay un destino terriblemente trágico para quien se atrevió a romper las reglas.

La primera parte de la película es un ir y venir de culpas y perdones no logrados.

Es como una rueda de la fortuna donde los sentimientos pueden estar tan abajo y en otras tan alto como las emociones de los actores lo permitan.

La segunda tanda del filme, cae en tenues exageraciones a veces nada creíbles pero con ese acento y tono de suspenso que arrebata el aliento.

El involucrar a las redes sociales para provocar enardecer a los cibernautas se me hizo un mensaje de doble filo: Tomen venganza con sus propias manos.

La atmósfera que envuelve la trama es inquietante, asfixia, ahoga, incomoda.

“Un mal actor” cae en la categoría de un thriller punzante, delirante y hasta cierto punto cuestionable.

¿Hay solidaridad con la víctima?

Sí y mucha.

¿Hay empatía con el acusado?

Sí, hasta que se sabe la verdad de los acontecimientos.

Alfonso Dosal y Fiona Palomo enaltecen con su profesionalismo una cinta atrevida que sale de lo convencional y que a fuego lento va desdoblando la verdad de los hechos.

Donde “Un actor malo” logra su poderío total es en ese desgarrador monólogo donde Fiona Palomo por teléfono narra por enésima vez lo ocurrido a su mejor amiga.

Esta escena merece todos los premios habidos y por haber para esta brillante actriz.

La mejor cualidad de “Un actor malo” es su esencia, del punto en que parte hasta su salvaje final que merece discusión de mesa.

“Un mal actor” sigue en salas de cine y usted que se queja de que el cine mexicano está en la lona con seudo actores como Consuelo Duval, Adrián Uribe y Omar Caparro, vaya, compre un boleto y se dará cuenta que hay “otro cine” hecho con respeto y sumo profesionalismo y con ACTORES DE VERDAD.

En una escala de 5 al 10, “Un actor malo” se gana a pulso un 10.

Buen cine.

Buena historia.

Y excelentes actuaciones.

arri40@hotmail.com
Instagram @arri40

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