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Fraude

“Y el engaño casi les funcionó…”
Yomero

Herencia de mi padre, le guardé fidelidad a la marca Ford por varias décadas. Tras vender el primer VW que pude comprar a crédito, los demás vehículos siempre fueron Ford y fui feliz, hasta hace unas semanas.

Habiendo vivido la mayor parte de mi vida en el sur de la ciudad, la referencia obligada para Ford es la agencia ubicada sobre Eugenio Garza Sada en el Contry, Automóviles, S.A., en donde he tenido la oportunidad de comprar varios vehículos nuevos.

Hace un par de años mi hija adquirió mediante un crédito bancario su primer auto y obvio, influenciada por el padre, fue un Ford y claro, fue en la Agencia de toda la vida.

A pesar de que desde que se lo entregaron tenía detalles extraños (un extraño tironeo al avanzar y algunas otras minucias) y de que lo mandamos a revisión varias veces, nunca pensamos la desilusión que tendríamos que vivir
Pues bien, hace algunas semanas en un error de cálculo al dar la vuelta en una esquina, mi hija le dio un “tallón” con la polvera trasera a la defensa de una camioneta que se encontraba mal estacionada; lo de costumbre, llegaron los seguros y se arreglaron, pero uno de los ajustadores nos hizo ver que al botarse la pintura de la salpicadera había quedado al descubierto una enorme capa de la “pasta” que es empleada para reparar golpes. Luego una persona que se dedica a eso nos lo confirmó.

El colmo fue que pasando varios días, de la nada la puerta del copiloto no pudo cerrarse y el coche terminó en la agencia en donde tras varios días de esperar a que llegara la pieza necesaria, por fin la repararon con cargo a la garantía, pero ahí, el mismo asesor de servicio hizo el comentario fatídico: “Qué mala suerte, pegarle dos veces al coche en el mismo lugar…”

Aprovechando que ya estaba ahí, fui a buscar al gerente de ventas, el señor Cuervo, con quien tengo amigos mutuos, para pedir una explicación; se encontraba ocupado y una atenta jovencita intentó atenderme y al explicarle el caso me pidió mis datos para que el señor Cuervo se pusiese en contacto conmigo. A la fecha sigo esperando su llamada.

Me encanija sobremanera el fraude vil del que he sido objeto (que te vendan algo como nuevo pero que ha sido usado y reparado), pero me molesta más aún la desilusión y el que unos empleados infieles hayan hecho añicos mi lealtad a una marca.

No es amenaza, es una promesa: voy a emprender las acciones legales que correspondan, acudiré a la Profeco y por mi derecho interpondré una denuncia por fraude y demás delitos que les resulten (como por ejemplo delincuencia organizada), en contra de quien resulte responsable por este canijo abuso.

Estas líneas no tienen otra intención que advertirle con mi amarga experiencia, que si ha adquirido vehículos ahí y empiezan a resultar “detalles extraños”, mejor busque asesoría en otro lugar, porque usted también puede haber sido víctima de los mismos pillos.
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