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La información nunca está protegida

Fox news, Camarena, y la venda de los ojos

La prohibición a las drogas lleva inevitablemente a la corrupción y a la violencia
Ted Carpenter

La historia oficial nos dice que la llamada “guerra de las drogas” se acrecentó en México cuando un agente encubierto de la Drug Enforcement Administration (DEA) Enrique «Kiki» Camarena lo secuestró, torturó y asesinó Rafael Caro Quintero en febrero de 1985 en venganza porque el agente había descubierto sus enormes sembradíos de mariguana y su centro de procesamiento en el famoso rancho “El Búfalo”.

Pero un reciente reporte periodístico está sacudiendo a conciencias limpias como a las impías. La cadena de noticias norteamericana FOX news, acaba de revelar que los autores de la tortura y asesinato del agente antinarcóticos estadunidense de la DEA Kiki Camarena, fueron elementos norteamericanos que estaban operando en Guadalajara, vinculados con la Agencia Central de Inteligencia (CIA), y que el motivo de la muerte de Camarena fue porque este había descubierto que la CIA estaba involucrada en el tráfico de drogas de América del Sur a México y a EUA.

Además del propio prestigio de FOX news, su reportaje es serio y está debidamente respaldado. Citó declaraciones de varios ex agentes federales estadunidenses participantes en la investigación en ese entonces, incluso Jimmy Gurule, quien fue el fiscal federal adjunto de Los Ángeles que llevó el caso; Phil Jordan, quien era jefe de la oficina de la Agencia Antinarcóticos (DEA, por sus siglas en inglés) en El Paso (Texas), y el también ex agente de la DEA Héctor Berrellez.

El reporte de FOX fue motivado por la indignación causada en los propios Estados Unidos por la reciente liberación en México de Caro Quintero, que cumplió 28 años de una condena de 40, debido a lo que se considera como un tecnicismo legal.

El reporte de FOX también afirma que un hombre identificado como Tosh Plumlee dijo que había hecho vuelos encubiertos en Centroamérica bajo contrato de las agencias de inteligencia estadunidenses y consignó que cargamentos de armas entregadas a los “contras” antisandinistas habían sido financiadas con tráfico de drogas.

Esta información debe servir para hacernos ver lo que por tantos años se quiso ocultar. La prohibición a la venta de drogas tiene una razón fundamental: la tremenda corrupción que su prohibición genera y las enormes cantidades que obtiene el Gobierno de los Estados Unidos por ello.

El abuso de drogas ciertamente es un problema de salud pública importante y tiene costos sociales considerables. Sin embargo, el prohibir el tráfico de drogas crea una desagradable distorsión social y económica.

Como ciertas drogas son señaladas por los gobiernos como  “ilegales”, obviamente en el mercado negro están enormemente sobrevaluadas (la mayoría de los cálculos indican que la plusvalía o ganancia neta representa un 90% del precio de venta final). Además, las personas que están dispuestas a traficar con un producto ilegal con frecuencia no tienen reparos en violar otras leyes o cometer otros delitos. La prohibición fomenta a que los individuos y las organizaciones más nefastas, agresivas y adeptas a la violencia dominen este comercio.

La nefanda prohibición a las drogas lleva inevitablemente a la corrupción y a la violencia, que ha alcanzado un grado perturbador en Estados Unidos y más aún en los países productores o de tránsito como es el caso de México. Entendamos el hecho que los problemas que la guerra contra las drogas ha causado son aún más dañinos para las sociedades que aquellos causados por el consumo de drogas en sí.

En México, por ejemplo, en los últimos seis años y medio han muerto unas 60,000 personas en conflictos armados entre los diferentes cárteles y entre estos y las autoridades mexicanas. Hay 20,000 personas más desaparecidas. Esa agitación ha hallado suelo aún más fértil en los países más pequeños y débiles de Centroamérica.

Actualmente, los cárteles de la droga que operan en México controlan grandes porciones del territorio de Honduras y Guatemala y representan una gran amenaza a la autoridad de los gobiernos de la región.

El tráfico internacional de drogas es un negocio que genera 350,000 millones de dólares (4 billones 550,000 millones de pesos) al año. No hay una forma realista de reprimir a un monstruo económico como ese, ante tales circunstancias debemos de determinar con seriedad si este comercio quedará en manos de productores y empresarios que pagarían impuestos (necesarios para el país)  o continúa en poder de las bandas integradas por criminales despiadados y por políticos corruptos.

Tal parece que la historia, aunque, sabia, nadie es capaz de abrevar en ella para entender nuestro presente, pues recordemos que la ñoña cruzada de Estados Unidos en contra de las bebidas alcohólicas en las décadas de 20 y 30  del siglo pasado, demostró que una estrategia de prohibición empodera y enriquece a los criminales despreciables. Cuando se prohibió el alcohol, su comercio cayó en manos de mafiosos como Al Capone y Dutch Schultz, dispuestos a todo para enriquecerse por motivo de la prohibición. Los contrabandistas sobornaban y corrompían a los funcionarios electos y a los agentes de policía a lo largo del país. Ocurrieron tiroteos en las calles de Chicago, Nueva York y otras ciudades de Estados Unidos, así como hoy ha habido tiroteos entre las pandillas de narcotraficantes en las grandes ciudades.

Cuando terminó la prohibición, los negocios legítimos proporcionaron a los consumidores las bebidas que buscaban y cesó la carnicería y la corrupción.

La necedad de prohibir las bebidas alcohólicas se limitó a Estados Unidos, pero, actualmente, gracias en gran medida a la presión en Washington, la prohibición a las drogas es una medida mundial. Deberíamos aprender de la historia y hacer más que cambios ridículos como loe hechos aquí en el Congreso Federal en cuanto a las estrategias antidrogas.

Recordemos que ya hay países que se enfrentan valientemente a los Estados Unidos. El Congreso de Uruguay tomó un paso importante al convertirse en el primer país en el mundo en legalizar el cultivo, venta y posesión de cannabis (mariguana).

Estas medidas son una señal de cómo el monolito de la política de drogas, el cual está basado en la prohibición, se está reexaminando, y cambiando. Sin importar cuáles sean los detalles de una nueva política, es necesario que en Estados Unidos y en todo el mundo se reconozca que la prohibición es una postura insostenible.

La Unión Americana gasta 50,000 millones de dólares al año en sus esfuerzos anti-droga. El consumo de la cocaína ha caído en 40% desde el 2006. Pero esta sustancia ha sido reemplazada por el creciente abuso de las drogas sintéticas y medicamentos con receta médica. En los EU se arrestan y se encarcelan más personas, per cápita, que en cualquier otro país del mundo, cinco veces más que en el Reino Unido o China. Increíblemente, en el 2009 la mitad de todos los prisioneros federales en los Estados Unidos y una quinta parte de todos los prisioneros estatales estaban encarcelados debido a cargos relacionados con drogas.

Cierto resulta el no sobreestimar los beneficios potenciales. Por ejemplo, legalizar el cannabis reducirá los ingresos criminales. Pero no los eliminará. Los carteles de drogas en México, por ejemplo, sólo obtienen una tercera parte de sus ingresos del cannabis. El resto proviene de otras drogas ilegales, extorsión y secuestros.

La legalización por sí sola, tampoco mejorará la seguridad en México y Latinoamérica, pero sería un enorme herramienta para revertir a las policías tan débiles, y las autoridades de procuración e impartición de justicia corruptas.

En resumidas cuentas, la legalización no es una panacea. Sólo forma una parte de cualquier estrategia nueva. Sin embargo, hechos como el de Camarena deben de incentivar a los buenos políticos para que se considere una política de drogas y, que como resultado, ésta se vuelva más racional. Eso sería un gran avance.

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