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Una lección magistral

La lección  que las autoridades federales dieron a los “mentores” – que tenían prácticamente secuestrada a la ciudad de México –  dudamos si la habrán comprendido a plenitud.

Tienen qué entender que en una democracia cuentan las mayorías y que la tranquilidad pública tiene qué prevalecer; de ahí el desalojo del zócalo;  en adelante, cualquier bloqueo que vulnere la   tranquilidad pública, será contenido por las fuerzas del Estado; mismas que actuarán con rigor, aunque cuidando siempre que los derechos humanos sean respetados.

Nos quedan dudas de su cabal entendimiento; no sólo por la terquedad y virulencia con que  han actuado, conculcando  derechos de las mayorías, sino porque les han aplicado la ley sin que haya un solo lesionado; el Gobernador de Oaxaca y el de la Ciudad de México,  tienen qué aprender que el derecho de unos pocos termina donde empieza el de los demás y que es su obligación velar por la  tranquilidad de sus gobernados.

Los gobiernos tienen que  actuar con las fuerzas del orden cuando  son atropelladas las garantías de una sociedad agredida, hasta hora, con abuso de impunidad.

No es posible que solapen la actitud vandálica de manifestantes; tienen  el derecho   a disentir, a reclamar, a expresarse cuando piensen que sus derechos han sido olvidados,  pero guardando siempre que su actitud no  perjudique a terceros.

Los maestros de Oaxaca, Guanajuato y Chiapas debían pensarlo, antes de ir a la capital  a atropellar a ciudadanos que nada tienen qué ver con sus problemas.

Desde hace más de veinte años los profesores pertenecientes a la sección  22 del SNTE, denominada CNTE, han usado  criminales métodos sin importarles el derecho que tienen los ciudadanos a caminar, a trabajar. Lo hacen con  objeto de seguir lucrando de canonjías obtenidas por gobiernos timoratos, quienes han venido cumpliendo sus demandas mediante el chantaje.

No sólo han dejado de impartir clases, sino que han agredido a la sociedad. En adelante,  deberán reincorporarse a su trabajo; de lo contrario, el Gobierno actuará, de manera drástica e incruenta, como fue el desalojo de la Plaza de la Constitución; fueron desalojados sin lanzarles un solo cartucho de gas lacrimógeno; fue un alivio ver, sentado en una banqueta, al principal líder magisterial de Oaxaca, Rubén Núñez, alicaído, apesadumbrado, no por la forma en que fueron sometidos, sino pensando en su futuro como dirigente magisterial.

La Policía fue manejada con maestría, precisión,  sin abusos; fueron sometidos e invitaros a irse  a donde quieran.  ¿Se mantendrán  en esa contaminada urbe o regresarán a sus clases, abandonadas hace un mes? ¿Habrán aprendido la lección? La sociedad capitalina respira ya sin ansiedad, aunque falta saber cómo reaccionarán los vándalos. No veo una sola queja de parte de la Comisión de Derechos Humanos. La soberbia  perdió a los “maestros”; creían que permanecerían ocupando el zócalo. Nunca explicaron a la sociedad cuáles eran sus propuestas.

Veremos si entendieron, tanto   maestros, como  los gobernantes del D.F. y Oaxaca
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