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Receta educativa

El pasado viernes 27 de septiembre entró en vigor la disposición de la Secretaría de Educación Pública (SEP) de suspender clases desde preescolar y hasta secundaria el último viernes de cada mes para que maestros sesionen en supuestos consejos técnicos escolares en todos y cada uno de los planteles educativos de México. La propia Secretaria de Educación ha señalado que la disposición es para escuelas públicas y privadas, por lo que todos deben acatar la suspensión.

Aunque el calendario oficial se dio a conocer desde agosto, muchos padres se enteraron de los «viernes sin clases» hasta esa semana, cuando algunos colegios la dieron a conocer en sus planteles luego de que buscaron, sin éxito, evitarla.

La medida no es nueva, pero anteriormente, cada escuela de Nuevo León decidía cómo aplicar la medida: algunas suspendían labores los viernes un par de horas antes de la salida o dedicaban horas extras los sábados.

En el Distrito Federal, desde hace unos años, no había clases en las escuelas públicas, mientras que en las privadas salían temprano.

La referida disposición no ha caído nada bien entre los padres de familia, tanto públicas como privadas, muy posiblemente el malestar se sustenta en la profunda crisis de credibilidad en la que se encuentra el sistema educativo nacional.

La referida crisis no se ha dado de manera espontánea o por arte de magia, los fenómenos de los “maistros” rijosos de la CNTE, o de la calidad educativa nacional a nivel primaria por los suelos de acuerdo al penúltimo lugar en la lista de países en índices de aprovechamiento escolar de la OCDE, son mera consecuencia de la perversa política nacional de entreguismo al magisterio que repercute en la poca constancia y seriedad que pueblan los planteles escolares, de la mala organización que existe en muchas escuelas públicas y aún privadas del país, de la poca preparación y compromiso por parte de los profesores, y de la falta de seguridad e infraestructura en los planteles educativos.

Los padres responsables, preocupados de la instrucción que reciben los niños en México, adicionalmente son orillados a realizar mayores esfuerzos a su ya de por si apretada economía familiar, y a base de carencias y limitaciones logran inscribir a sus vástagos en escuela privadas, las cuales generalmente son las que cuentan con estándares de calidad muy superiores que la brindada por el Estado.

Pero nuestro Gobierno, no obstante de reconocer esta crisis educativa, amenaza con grabar con el IVA a las colegiaturas, por lo que tal vez resulte interesante, así sea como una simple curiosidad, el mencionar que existen otras formas menos ortodoxas de educar, o más bien dicho, instruir a un niño.

Homeschooling es el término que se le da a la educación preprimaria y primaria  impartida desde casa; no es el “línea” sino impartida por un miembro de la familia, casi siempre la madre. Dicho proyecto surgió en Estados Unidos y actualmente es un método que se practica en diversos lugares del mundo, entre ellos México, en el cual, los menores de edad acreditan su nivel escolar y conocimientos adquiridos basados en un examen presentado ante el INEA en el segmento de “educación para adultos”.

Este sistema de educación en casa, aun y cuando se aplica en nuestro país, (y en donde Monterrey no es la excepción), no se encuentra reconocido en la Ley General de Educación, por lo tanto opera al margen de la ley, no obstante de que como se comprenderá además se requiere de un mayor compromiso por parte de la madre de los menores estudiantes pues es quien regularmente se encarga de hacer las veces de “maestra”.

Los impulsores de este sistema señalan las siguientes ventajas:

“1.  Enfoque en la persona. El enfoque de nuestro currículo está en las necesidades, gustos y habilidades de nuestros hijos y no en cumplir con un currículo. Buscamos los recursos que se acomoden a sus necesidades a diferencia de acomodarlos a cumplir con un currículo a la fuerza. (Sistema Montessori);

2.  Flexibilidad. Esto tiene muchos lados: flexibilidad de horario, vestimenta, métodos, itinerario, dónde lo hacemos, materiales y currículos entre otros. En sí­ tenemos flexibilidad de acomodar el homeschooling a las necesidades y estilo de nuestra familia;

3.  Portabilidad. Se puede mover con la familia y el niño  a un viaje, al carro, a casa de abuela, y donde quiera y cuando quiera.  Nuestros hijos están aprendiendo en todo momento y absorben conocimiento académico, social y cultural en todas sus experiencias diarias;

4.  Ambiente variado. Aprenden en un ambiente natural con personas de edades variadas. Interactuan y se comunican con naturalidad con gente de todas las edades;

5.  Descubrimiento y desarrollo de habilidades. Tiene más tiempo de descubrir qué les gusta hacer y  desarrollar sus habilidades y talentos. Esto a su vez los ayuda a conocerse y explorar las carreras a las cuales quieren dirigirse con mayor detenimiento y, en muchos casos, prepararse de antemano si lo necesitara. Ejemplo de esto: música, arte, ciencias computadorizadas y ciencias, entre otros;

6.  Economía. Dependiendo del currí­culo y los materiales que se escojan, usualmente es más  económico que enviarlos a un colegio e inclusive a una escuela pública. El homeschooler es recursivo y saca provecho de los muchos materiales y recursos gratuitos que tiene a su disposición. Esto va desde libros prestados en la biblioteca, recursos en el internet, trueques y hasta libros y currículos regalados;

7. Unidad familiar. El homeschooling se centra en la familia. Hacemos todo en familia y los niños aprenden todos los aspectos que envuelven una familia: planificación, diligencias, asuntos económicos, tareas del hogar, decisiones, respeto a la autoridad y relaciones familiares, entre otros. Inclusive son parte activa de las responsabilidades y hasta aprenden de los negocios familiares;

8. Deseo de aprender. Al acomodar la enseñanza a su estilo, los niños mantienen una actitud abierta para aprender y esa curiosidad y deseo necesarios para el saber;

9.  Aprenden por cuenta propia. El propósito del homeschooling, además de acomodar el conocimiento al niño y llenar sus necesidades, es también  conseguir que nuestros hijos puedan y deseen aprender por su cuenta. La educación en casa motiva y afianza el sentido de que puede aprender sin depender de otros. Esto desarrolla autonomía, pensamiento crítico e individual;

10.  Ambiente sano. La educación en casa provee un ambiente de aprendizaje sano donde el niño se le da la oportunidad de crecer y conocer de la vida a un paso natural de acuerdo a su madurez. Tiene tiempo de desarrollarse y echar raíces que lo ayudarán a mantenerse firme en su vida de adulto”.

Estimado lector, ahí lo tiene: con la seriedad del caso se le presenta esta opción ante el retroceso en la educación formal impartida a nuestros hijos, asi como una forma eficaz de eludir el eminente cobro del IVA a las colegiaturas. Ahora sólo falta convencer a la señora pata que se convierta en “ticher”.

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