Veracruz: El paraíso perdido
Veracruz gana sin bulla y alegría, triunfa con cifras hace décadas nunca vistas, pero nadie muestra su alegría; todos callan,temerosos. ¿Qué sabrán?... [Seguir leyendo]
El domingo, tres alcaldes metropolitanos se dieron a la tarea de poner el ejemplo. Si bien hay muchos temas que podrían ejemplificar positivamente, por ahora lo hicieron en un proyecto conjunto: la movilidad sustentable. Específicamente promovieron el uso de bicicleta entre la población. Los alcaldes de San Pedro, Monterrey y Santa Catarina circularon en sus respectivas bicicletas por un tramo de la avenida Eugenio Garza Lagüera.
Por supuesto que es muy destacado el esfuerzo. La promoción de cualquier actividad física entre la población tiene un buen impacto tanto en la salud como en la convivencia. Y esta vez se trata precisamente de estimular la convivencia de los ciudadanos.
No vamos a demeritar los buenos propósitos de los tres alcaldes. Insistimos en que es una buena idea, e incluso es deseable para todos los municipios, metropolitanos o no. Pero del dicho al hecho hay una gran distancia.
La bicicleta tiene dos cualidades básicas. Una es que beneficia a la salud a través del ejercicio. La otra que nos proporciona un medio de transporte ecológico. En ambos casos es positivo. Sin embargo antes de considerarlo, debemos reconocer que el diseño de las calles y avenidas de cualquier municipio no contempla este sistema de transporte. Las calles y a veces hasta las banquetas, privilegian el espacio y la movilidad a los vehículos automotores. El llamado “arroyo” de la acera, donde podría circularse con relativa calma en bicicleta, está ocupado por vehículos. Las banquetas son irregulares para un paseo continuo. La única opción es diseñar vías exclusivas, que sólo servirían como vitapistas, pero no como rutas de transporte individual.
Tampoco es viable la bicicleta como medio de transporte porque las distancias en el área metropolitana ya no son cortas. Tampoco hay muchas opciones de estacionamiento seguro para estos vehículos para eventuales transbordos en el Metro. Tampoco es muy deseable el uso de bicicleta en distancias cortas en las colonias, porque la educación vial de los conductores de autos y camiones es pésima; si no se respeta a los peatones, mucho menos a los ciclistas.
Queda sólo la opción saludable, la bicicleta para ejercitarse e incluso para convivir con otros ciclistas, como lo hacen los grupos motociclistas. Pero para esto, el ciclista necesita espacios prácticamente exclusivos. Esto, por supuesto, requiere inversión en obra pública; poca o mucha, pero tiene qué invertirse. Y como están las cosas, y con la grave falta de liquidez que sufren estados y municipios, no hay mucho de dónde sacar para estas obras.
Insistimos: no desmerece el esfuerzo de los alcaldes, y no estorbaría si otros municipios se sumaran. Pero antes de hacer la oferta hay qué hacerla atractiva. Pero si se trata además de movilidad social y convivencia, habría qué ver cuántas veces más veremos a uno, dos, tres o más alcaldes, paseando edn bicicleta por cualquier municipio. Eso sí sería excepcional.