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¿Cuánto vale un diputado?

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Los diputados de Nuevo León amanecieron este viernes con dudas. Dudas que no mandarán al archivo muerto, ni dejarán para después, como pasa con las cuentas públicas e iniciativas. Se trata de un asunto que sí les cala hondo, porque se refiere a su sueldo. Y es claro que entre de todos, el dolor del bolsillo es el peor.

Si bien existen diferencias sobre si aumentar o mantener sus percepciones, al final se tendrá que llegar a un acuerdo. Después de todo es un asunto bastante delicado. Cierto que hace tiempo que los sueldos legislativos no se han incrementado sustancialmente. Pero también en cierto que ningún diputado ha muerto de hambre, ni se ha dado una mala vida con su sueldo. Además, si se evalúa la forma como se ha trabajado, anteponiendo intereses de partido, con constantes enfrentamientos entre fracciones, con decisiones que con frecuencia pasan por encima de los intereses de la comunidad, a la luz de esto, no sería deseable que se les aumentara el sueldo, sino al contrario.

Pero al margen de esto, estamos en medio de una situación económica bastante difícil para el Estado. Tanto así, que el propio Ejecutivo Estatal ha tomado medidas extraordinarias de austeridad, algunas extremas que incluso han llegado a recorte de personal. Hasta el propio Jorge Domene ha tenido que multiplicarse cumpliendo con tres cargos a la vez.

Esto de la crisis económica en la administración pública no es exclusivo de Nuevo León. Por todo el país hay ejemplos de municipios y estados con deudas disparadas. Esto es tan grave que incluso se ha manejado la posibilidad de implementar un rescate financiero. Y claro, se ha insistido en la urgencia de tomar estos casos en serio, y no sólo quedarse en rescatar de la ruina a las administraciones públicas, sino además exhibir y castigar a quienes causaron esa ruina.

Hay casos, como el Poder Legislativo de Jalisco, que asumió la austeridad en serio, y se congelaron los sueldos. Claro que no podríamos pedirles esto a los diputados de Nuevo León, porque es cierto que hay un rezago, y aunque no lo merezcan, por lo menos deberían ajustar las cifras. Pero el argumento de que otros funcionarios ganan más que ellos, no es una razón válida para que se incrementen el sueldo. Hay en Nuevo León millones de personas que ganan menos que un diputado, y trabajan más, y son más responsables, más honestos, y más útiles a la comunidad.

Pero tenemos una manera muy equivocada de evaluar el trabajo. Pareciera que la función pública fuera la cúspide laboral. Y entre más alto el cargo, más jugoso el sueldo. En la función pública no evaluamos ni pagamos por la calidad y capacidad. Cada cargo parece más bien un premio, y en muchos casos lo es.

Lo curioso es que el principio de la función pública debería ser la vocación de servicio, que más bien parece ahora vocación de avaricia.

En resumidas cuentas, para determinar lo que significan nuestros legisladores para el erario, no es por cuánto valen, porque el valor implica utilidad; con los diputados basta con ver cuánto cuestan al erario, es decir al pueblo.

Lo más ingrato de todo es que, es el pueblo quien los “contrata” con su voto, es el pueblo el que les paga, pero el pueblo no puede despedirlos si no cumplen.

ENFOQUE MONTERREY en Radio Beat, 90.1 FM
Lunes a Viernes a las 13 horas

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