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Trasnochada izquierda

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Oziel Salinas H.

El líder nacional del PRD: Jesús Zambrano, ha decidido dar marcha atrás a la firma del acuerdo de Querétaro, donde se busca la unidad nacional-  aunque sea  mínima – para dotar de gobernabilidad al país. Habíamos pensado que nos sonaba raro esa aceptación de “la izquierda” por él representada, sobre todo porque olvidó consultar a esas tribus que sólo buscan el sainete y la algarada callejera.

La posibilidad de llegar a acuerdos, aunque fueran mínimos, para la construcción de un nuevo país, no gustó a los duros, a los intransigentes que medran en esa desatinada forma de ver la política.

Extraviados en esquemas obsoletos, caducos, desorientados, cubiertos con ese halo de desconfianza a perpetuidad que han adquirido en sus experiencias políticas.

Como siempre, desean que el Gobierno en manos de sus contrincantes fracase, simplemente porque es producto “del fraude y la imposición”.

La posibilidad de avanzar en nuestra incipiente democracia ha desaparecido por el momento.

Nuestros profesionales de la política son seres que sólo piensan alcanzar el poder, para  poder.

Madero aceptó firmar porque es su única esperanza de vida; descendió al tercer lugar en la tabla de aceptación ciudadana y la Administración de Calderón se pierde en la oscuridad de su entorno, en la pequeñez de sus acciones y en esa guerra desatada contra el crimen, un episodio horrendo propiciador de luto y desesperación.

La izquierda no piensa que Peña Nieto es una realidad de nuestra democracia; que el país es otro, muy distinto al que había en los gobiernos del PRI en nuestro pasado; ahora, la sociedad es mayormente crítica, como sus medios de comunicación, su Congreso, sus organizaciones de derechos humanos y sobre todo de sus mujeres y hombres que piensan muy diferente  a sus antecesores de ese  Pleistoceno ya muerto y sepultado por la Historia.

Sin embargo, las tribus perredistas invocan de nuevo a sus algaradas callejeras, la dureza en sus acciones, sin aceptar mínimos, promisorios acuerdos; no se acostumbran a los nuevos tiempos.

Habrá qué esperar un tiempo para que la nación se modernice, se calme de tanto odio y desesperación que agobia a políticos acostumbrados al estentóreo grito y la medrosa incompetencia

Una mínima concertación no cabe en sus torpes mentalidades: la posibilidad de avanzar en educación, la lucha contra la pobreza o las posibilidades de empleo, al parecer no llegan a sus augustas personalidades.

Los intransigentes han decidido privar a Zambrano la posibilidad de avanzar en el camino de la modernidad; seguirán enquistados en ese raro blindaje que significa la intransigencia y el desmadre; sus “noes” continuarán enmarcando su amplitud política; la terquedad persistirá, simplemente porque desean que a Peña Nieto le vaya mal; sólo por eso. No entienden la jugada.

El odio y la mezquindad han triunfado de nuevo en las izquierdas desatinadas, desorientadas, perdidas, estancadas en la sevicia, la animosidad y la descomposición política; se nutren del chantaje, el escándalo y el desprecio a todo lo que no sea suyo;  seguirán presentes en el limbo que les proporciona beneficio pecuniario; no ven más allá de sus chatas narices vertedoras de mucosidad despreciativa, descontinuada y ostentosa.

De nuevo muestran su mediocridad, mezquinos, anti patriotas y ruines vividores; olvidan que se aliaron con la derecha, su tradicional enemigo para lograr “derrotar al PRI” en  elecciones de Oaxaca, Guerrero, Puebla y Sinaloa, sólo  para obtener botín político; mostraron su retrógrado conservadurismo que se alimenta viendo un PRI que regresa “para robar”.

Es un engañoso trajinar esa izquierda, estéril, vividora y antidemocrática.

Seguiremos oyendo los tambores de guerra de sus belicosas  tribus.

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