Veracruz: El paraíso perdido
Veracruz gana sin bulla y alegría, triunfa con cifras hace décadas nunca vistas, pero nadie muestra su alegría; todos callan,temerosos. ¿Qué sabrán?... [Seguir leyendo]
Oziel Salinas H.
Confío en que la Naturaleza provea a los responsables del nuevo Gobierno, encabezado por Enrique Peña Nieto, de inteligencia y arrojo para hacernos olvidar esos dos sexenios de incapacidades dejado por los dos gobernantes que lo antecedieron en la Administración Federal.
No digo que hayan sido mezquinos o timoratos, fueron simplemente, ineficaces.
El nuevo Gabinete está dotado de mucha experiencia probada en el campo de la legislación o en tareas administrativas; Peña Nieto ha puesto a especialistas en cada una de las ramas.
No privilegió partidarismos ni compadrazgos; es plural, hay gente de izquierda y de derecha, pero dotados de antecedentes probados en actuaciones públicas.
Confío plenamente en ellos; el Jefe del Estado Mexicano sabe cómo debe planearse, prepararse una Administración pública de tal envergadura y para ello, pone en puestos clave a personas avezadas, capaces, probadas.
Para gobernar el país, no se necesita ser una eminencia en el saber; o haber dado muestras de sabiduría; sólo se necesita intuición, y un gran deseo de servir y manejar con fuerza y liderazgo el equipo de colaboradores.
Atrás ha quedado el inmenso histrionismo cuasi cómico de Fox y la supina terquedad de Calderón.
Ambos gobernantes se caracterizaron precisamente por no establecer planes que pudieran derivar en una función pública eficiente; nunca vimos eso en los doce años transcurridos.
Pero ya pasó; hoy percibo una Administración carente de histrionismos o teatrales actuaciones.
Veo un Presidente serio, como deben ser quienes están a cargo del timón de un país.
Sin estridencias ni actitudes triunfalistas, sólo el propósito de servir eficientemente, de actuar sin el afán de simpatizar, movidos únicamente para desempeñar su tarea al servicio del país.
El liderazgo se siente, no se enseña ni pregona.
Calderón nos colmó con un último mes de “diarrea inaugurativa” que lo llevó a extremos inusitados de histrionismo fugaz, queriendo parecer simpático; fueron días de divertimento donde lo mismo aparecía como ciclista profesional, dotado de arreos reglamentarios o chiquillo que baja vertiginosamente por una tirolesa; o entonando con mucha discordancia canciones folclóricas.
Se divertía mucho, sin duda; pero eso ya acabó; miremos al futuro.
Gobernar nuestra nación no es representar un papel, sea histriónico o torvo, sino hacer trabajo, mucho trabajo; estableciendo planes para ejecutar acciones; se debe planear para actuar bien.
El diagnóstico es esencial en todos los órdenes, empezando por el estudio detallado de lo que se pretende; eso he visto hacer en el equipo del Presidente Peña.
Las personas que lo acompañarán en la inmensa tarea que habrán de desarrollar tienen probada experiencia en los campos donde desarrollarán su función.
Gente probada, impuesta a trabajar únicamente para procurar el bienestar de sus compatriotas.