Veracruz: El paraíso perdido
Veracruz gana sin bulla y alegría, triunfa con cifras hace décadas nunca vistas, pero nadie muestra su alegría; todos callan,temerosos. ¿Qué sabrán?... [Seguir leyendo]
¿Cómo que cómo se siente?
ONCE VARASPor: Obed Campos
Un periodista amigo, de los pocos serios que quedan en el país, Darío Antonio Dávila, escribe hoy mismo en su muro de Facebook: “En Sonora, Mex, y Los Ángeles, reporteros esperaban pacientemente salida de abuela y madre de #JennyRivera para preguntar “cómo se siente…”(sic).
Y va más allá: “Las hienas matan por naturaleza y el periodismo rosa viola la dignidad e intimidad de las personas por naturaleza”.
No me parece que exista mejor forma de describir la degeneración en la que se ha involucionado en México y en todos los países con “prensa libre” el mal llamado periodismo de espectáculos, que lo que menos cubre son los talentos de los artistas, “porque eso no vende” y más bien se dedica a escarbarle a la vida privada de estrellas y celebridades.
¿Quedó claro que la muerte de la Princesa Diana de Gales fue causada por una persecución que iniciaron los fotógrafos paparazi? No.
¿Hasta dónde tienen derecho los medios de comunicación en su nota rosa de meterse en lo que a nadie le importa de la vida privada de los demás? Es un misterio.
Así, acá de este lado del Atlántico y a años de distancia de aquel evento en París, el hervidero de reporteros, fotógrafos, camarógrafos y productores en el siempre pacífico pueblo de Iturbide, Nuevo León, no son de la nota policíaca, ni social.
Allá andan gentes de las llamadas revistas del corazón y reporteros y reporteras que cubren otras índoles…
Dije que esto pasa en México y en el mundo… Pero qué podríamos esperar de nuestro país en que las libertades de prensa se amparan en una Ley de Imprenta que data de 1914, cuando no había ni radio, ni televisión y la Internet no era ni siquiera un sueño de los escritores de ciencia ficción.
No tengo que agregar que las prensas no habían cambiado desde que el herrero Guttemberg las inventó allá por los años de 1400.
Sé de esta autocrítica de medios, que a muchos periodistas nos cae gordo hacer y que a otros, con piel más delicada que la manzana, les causa escozor nada más de pensarlo.
Y toco madera para formularnos esta pregunta: ¿Qué sentiría usted, o yo, si viene alguien en medio de una desgracia familiar como la que vive la familia de Jenni Rivera, a preguntarme ingenuamente que qué se siente.
