Veracruz: El paraíso perdido
Veracruz gana sin bulla y alegría, triunfa con cifras hace décadas nunca vistas, pero nadie muestra su alegría; todos callan,temerosos. ¿Qué sabrán?... [Seguir leyendo]
Enfoque Monterrey
Crisis y caos:
Este martes se vio todavía más marcada la situación difícil por la que pasa Nuevo León. Por un lado la insuficiencia de las fuerzas estatales para frenar la violencia cotidiana de los criminales, Por el otro, la soberbia de los políticos impide que la sociedad se sienta unida realmente a sus autoridades. No bien se entierran los cuerpos de unos, el crimen deja otra secuela de cadáveres en las calles del área metropolitana. Y no bien se jura la obediencia al pueblo, los diputados locales regresan a su proverbial disputa, que nada tiene qué ver con la función para la que fueron elegidos.
Por una parte, en este mismo espacio hemos insistido, una y otra vez, que no se ve el fin a la violencia en el estado. Hemos dicho que las cifras positivas que se presumen, y la insistencia en el buen trabajo de las fuerzas estatales, no corresponden a lo que sucede en la calle. Es como si hubiera una realidad en las vocerías oficiales, y otra completamente distinta fuera del escritorio de los funcionarios y sus asesores.
No es posible enfrentar una situación violenta de esta dimensión sólo desde la mesa de estrategias policiacas o militares. Por más esfuerzo que se haga en este sentido, siempre será una guerra solitaria y poco efectiva. Podemos conceder que el reclutamiento de policías y militares se hace por vocación, aunque no sea así es todos los casos. Pero el reclutamiento de delincuentes se hace aprovechando la desconfianza, la desigualdad, y el resentimiento social.
La clase política no da el mejor ejemplo al enfrentarse en busca de posiciones. Nadie se cree que buscan el bienestar del pueblo. Para cualquier ciudadano es claro que pelean por la preeminencia de una facción política. Clamar por equilibrio en nuestro parlamento estatal es absurdo; detrás de cada grupo hay la clara intención de limitar a los otros.
Un congreso paralizado, como el que hemos padecido, es un pésimo augurio para los ciudadanos. El fin de la disputa no será un logro democrático sino político. Serán acuerdos internos, concesiones, componendas, todo alejado de los intereses que representan. Ni siquiera la equidad que exigen los partidos menos representados es gratuita. Después de todo, es un momento adecuado para hacer los amarres necesarios y, de paso, llevar un poco de fortaleza a sus endebles curules.
Ya se vio cómo se las gastan con la jugada del diputado Ureña Frausto… Y ya se perfila el calvario que vivirán los ciudadanos de Nuevo León con este caos.
