Antes de que se produzca mi crucifixión in absentia, quiero dejar perfectamente claro que soy un orgulloso hijo de mujer, que tengo la fortuna de ser marido, hermano, padre y abuelo de mujeres y que -en resumidas cuentas- todo lo que soy o he sido es producto de lo que las mujeres que han pasado y están en mi vida han hecho de ella.
Creo que lo mejor de la Creación es precisamente la mujer, dadora de vida, cuidado, protección y amor, merecedora de recíproco pago. Por lo mismo, me parece injusto, especialmente hacia ellas, el tratamiento que se les pretende dar en el llamado feminismo contemporáneo.
Desde sus inicios, el feminismo surgió con una enfermedad congénita.
Aunque sea comprensible que ese mal tiene una raíz histórica ancestral, eso no le convierte en un bien. Concebida como una venganza merecida, el feminismo nace como una contrapartida, reflejo fiel del machismo: la presunción de que un género es superior al otro por su mera existencia. Un machismo al revés.
En razón de ese principio se ha cometido, y se sigue cometiendo, montón de barbaridades en terrenos que van desde la gramática hasta el enamoramiento, pasado por la política. Desde el desafortunado chiquillas y chiquillos de Vicene Fox, hay en México un empeño pertinaz en borrar el común de dos que en la palabra niños incluye a ambos géneros y más allá.
La señora Sheinbaum insiste en ser llamada presidenta con A.
Si eso fuere regla inevitable, cuando ella deje de acudir a una reunión o acto tendrá que considerársele ausenta y no ausente. Lo mismo ha de aplicarse a las mujeres conscientes, presentes, impertinentes y similares. Contrario sensu, yo en lugar de considerarme periodista tendré que hacerme llamar periodisto.
Llevado a los extremos, inclusive legales, hay la pretension de que los varones no podamos expresarle a una mujer bella que así nos parece, y si llegamos a decirle que nos gustaría llegar a un conocimiento mutuo más cercano, así se haga de la manera más civilizada y cortés posible, estamos pisando los peligrosos terrenos del acoso sexual.
En la ceremonia de la otra noche desde el balcón de Palacio Nacional, la señora Claudia Sheinbaum no solamente enfatizó la presencia de una mujer en el poder máximo del país, lo cual en sí es muy loable si la mujer tiene los atributos intelectuales, éticos, prácticos y patrióticos para llegar ahí. En otras palabras, y como lo he afirmado siempre, el ser humano debe ser juzgado y evaluado por lo que tiene entre las dos orejas y no entre los dos muslos. La insistencia obsesiva de que ahaora es “tiempo de las mujeres” es tan imbécil como el contrario largamente alabado.
El extremo grotesco, en la enumeración de las arengas que preceden al triple Viva México del 15 de septiembre en la noche, la señora presidente le despojó a la Corregidora osefa Ortiz de su aelativo “de Dominguez”, como si fuera causa de vergüenza, o el mismo Corregidor no haya sido parte también de la conspiración independentista.
Todo el respeto y amor hacia nuestras mujeres, en todas sus facetas, y en todos sus oficios. Igualdad en la diversidad; somos iguales porque somos diferentes y complementarios en la dicotomía de la vida.
Profundizar la brecha de los sexos que el machismo pensó era la ideología realmente dominante, no es solamente un error. Es una tontería.
Ellas siempre han tenido la voz de mando. No necesitan gritarlo.
PILÓN PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO porque no dejan entrar sin tapabocas:
Uno de los eventos deportivos más importantes de Europa, la Vuelta ciclista de España tuvo un final accidentado, y no precisamente por los ciclistas que derrapararon aquí o llá en el trayecto. Hacia el final, la agresiva campaña de exterminio por parte del estado de Israel contra los civiles palestinos de Gaza, provocó reacciones en contra de la participación del equipo de Israel en la justa, a menudo con tintes violentos.
El fin de fiesta no fue como estaba planeado.
No hay que confundir las paridas con las peñadas, decían los pastores de mi pueblo. El deporte y la guerra parecen tener raíz común. No la tienen.