“No siento el menor deseo de jugar en
un mundo en el que todos hacen trampa”
François Mauriac
Día de la Independencia. Tras ver el desfile en la tele y cumplir con la comida familiar, te tumbas en la cama para intentar retozar un poco y, en una de esas, conciliar un poco el sueño para disfrutar de una siesta reparadora, pero cuando apenas vas agarrando el sueño te despierta el repiquetear del teléfono.
“¿Quién será?”, te preguntas y al levantar el auricular y tras un silencio se escucha la voz de una mujer que te dice: “Hablamos de una empresa que se dedica a hace encuestas y le agradeceríamos su apoyo respondiendo algunas preguntas”.
Movido más por la profesión que por un ánimo de cooperar con la encuestadora, permaneces en silencio para tratar de indagar quién está detrás del estudio, pero en esta ocasión no hubo que esperar nada, pues a la primera de cambios se abrió de capa al preguntar una palabra con la que asociaras a Tatiana Clouthier.
De las ocho posibles respuestas que te ofrecían elegir con números del teclado telefónico, la menos favorecedora, era algo así como que Tatiana era “poquito menos que Dios” y ahí para arriba: trabajadora, eficiente, seria, responsable, decidida y demás; no ofrecían la opción de ninguna de las anteriores o la clásica de repetir la pregunta.
Tras procesar la dificilísima pregunta, opté por colgar, porque el tufo de una encuesta amañada se empezaba a percibir por el teléfono.
Me quedé pensando si realmente el equipo de Tatiana estaría detrás de tan burdo truco o, tal vez, vaya usted a saber, algún malqueriente contrató los servicios de un call-center nada más para poner en mal a la sinaloense ante los regiomontanos; tras un rápido análisis caí en conclusión de que los perfiles de los opositores no dan para tanto, ni tampoco van a tirar dinero de esa manera, así que tengo la casi certeza de que quien promovió la dichosa encuesta cuchareadísima fue Tatiana.
A ella siempre la he tenido por una mujer lista y audaz, por lo que me extraña que permita que realicen un sondeo bajo estas condiciones en las que no hay forma de salir mal, pero tampoco hay manera de conocer la verdad, porque la pregunta está hecha con un fin específico, hablar bien y que todo salga bonito.
¿Habrá la hija del famoso Maquío aprobado esa pregunta inicial? Porque si así estuvo la de entrada no me quiero imaginar el resto de los cuestionamientos. Si es así, mal y si no le tomaron su parecer, doblemente mal, porque le intentan ver la cara con un sondeo tendencioso.
Dicen que “en el pedir está el dar” y en materia de encuestas el secreto radica en la batería de preguntas, la forma en la que cuestionas, el orden en que presentas los elementos y las opciones que le brindas al encuestado para contestar; dependiendo de qué es lo que desees, vas moviendo esas preguntas a fin de que el resultado final no sea otro diferente al planeado.
Hay otras, las de “a devis”, en la que no manipulas, no mientes, no engañas y dejas que los entrevistados te hagan saber su verdadera y real opinión, pero esas son muy peligrosas, sobre todo cuando estás perfectamente consciente de que no eres popular y no estás en el ánimo de los posibles votantes.
Y me pregunto, ¿para que tirar dinero haciendo una encuesta telefónica si ya tienes planeado el resultado? ¡Fácil, llena los datos con los números que te acomoden y listo!
Una encuesta en una campaña política puede usarse para muchos fines, pero ninguno llegará a buen puerto si de entrada intentas conducir a conveniencia las respuestas.
Cada cabeza es un mundo y cada quien sabe cómo tira su dinero.