“No hay tonto más molesto que el ingenioso”
François de La Rochefoucauld
En casi 50 años de andar en estas lides del periodismo he visto de todo y pocas, realmente pocas, son las cosas que me llegan a sorprender.
Entiendo y sé que algunos, a falta de penetración, lectores e influencia, no tengan otro recurso que tirar mandarriazos a diestra y siniestra y andar asustando con “el petate del muerto”.
Sé que las columnas políticas firmadas con un pseudónimo existen para dos propósitos: publicar chismes y rumores que carecen de fuente o hechos que pueden ser comprobados y, para emplearlas como misiles para criticar y manchar la imagen de personas, grupos o instituciones o bien, por el contrario, como olimpo para ensalzar sus virtudes.
Como todo en la vida, casi siempre existe la mesura y una “justa medianía” para evitar que “se note el truco” o, como dicen los españoles “se vea el plumero”, aunque hay algunos especímenes que de esto no entienden y sin decir agua va se tiran a lo hondo de la alberca nomás porque se les inflaman las gónadas.
Sin embargo esta semana me llamó la atención un comentario en una columna de un periódico en el que a raíz de las lluvias les echaban “la burridora” a alcaldes por no tomar acciones antes de las lluvias para evitar problemas.
Lógica simplista y simplona del redactor que no sabe, no se entera o no se quiere enterar, que en muchos casos el trabajo previo existe y que si se dan situaciones de daños, es más bien por la tozudez de los ciudadanos que no atienden las indicaciones que con antelación les brindan los cuerpos de protección civil y seguridad.
Ellos, los protagonistas de estas historias, saben bien en donde están asentados, en donde dejan sus vehículos o por donde cruzan. Deben saber que los ríos, arroyos y bajadas de agua no pasan de puerta en puerta avisando que viene una crecida.
La historia siempre es la misma. La autoridad retira de puntos de riesgo a personas que los ocupan con tejabanes y alerta a las personas que están cerca de puntos específicos sobre el riesgo que pueden tener sus vehículos en caso de lluvias intensas, pero no hacen caso, siguen ahí y piensan “a mi no me va a pasar”.
¿Por qué entonces el columnista endereza sus obuses contra la autoridad? No puedes menos que pensar que lo hace porque tiene otros intereses, es decir, puro afán “ingativo”