A la esperanza la suelen pintar verde. No sé por qué. ¿Será porque nunca madura? A estas alturas de mi edad, o más bien profundidades, ninguna de mis esperanzas ha madurado, cayeron del árbol igual de verdes. Mientras aguardaba que me reconectaran a la Web, esperaba, por ejemplo que el arrollador triunfo de la coalición de izquierda en México cimbrara las conciencias y le quitara cadillos ideológicos a los partidos. Esperaba que los electores dejaran de creer en partidos y promesas para mejor analizar proyectos. Esperaba que los partidos de oposición asumieran con dignidad su papel de contrapesos del poder acotando los excesos. Esperaba que la 4T definiera su prioridad como movimiento social por encima de las peculiaridades de los partidos que la integran. Y como la esperanza es barata, también esperaba que el diabólico presidente de Estados Unidos, Donald John Trump Iscariote, se arrepintiera de sus pecados y se retirara de la vida pública recluyéndose en un monasterio de clausura con voto de silencio perpetuo. Así ensoñaba durante los días en que mi conexión a la red de internet se enredó, la Web se “awebó”. No tuve más opciones noticiosas que las redes públicas de TV, y ninguna posibilidad de contrastar datos. A toro pasado supe del informe de la presidenta Sheinbaum, pero como todo informe presidencial, no es asunto mío la revisión minuciosa de ese expediente. Para eso pagamos a una constelación de superestrellas legislativas, es su chamba. Vi, que no escuché, a algún opinólogo expresar su análisis en algún noticiero, no recuerdo si antes o después del interesantísimo segmento de los pollos fritos. Igual le hice más caso a los pollos, porque los opinólogos con espacios en los medios públicos siempre son perifrásticos, prácticamente dicen lo mismo de diferentes maneras. Me sobran los dedos de una mano para contar a los opinólogos con “sección editorial”, que no intenten imponer su criterio y sí me den elementos sólidos y comprobables para generar no una opinión sino un criterio social y políticamente útil.
Durante mi dieta forzada de la Web, me enteré que vino el feroz secretario de estado trumpista, el “ligeramente” cubano (como Ted Cruz) Marco Rubio a firmar un acuerdo de seguridad con el gobierno mexicano. No me enteré cuál fue la reacción de la delirante jauría opositora que supongo que esperaba el anuncio de un protectorado gringo en México. La Téllez y el Alito, los nuevos miramones, debieron regurgitar bilis por los términos relativamente amigables en los que se llegó a un acuerdo. Yo no estaría tan a gusto. No conozco los términos del tratado que, por ser de “seguridad”, debe tener recovecos y secrecías “justificables”. Si bien la doctora Sheinbaum insiste en la soberanía, todos sabemos que eso es siempre irrelevante para Estados Unidos y especialmente ahora que los gobierna un tipo educado con un manual de fascismo para dummies. Seguramente no fue una negociación fácil y tampoco será confiable. Tradicionalmente México ha negociado bajo presión cualquier cosa con Estados Unidos. Sólo que esta vez no fue bajo presión sino bajo amenaza: política antiinmigrante, campos de concentración, “narcoterrorismo”, aranceles, ofertas de “ayuda” militar, lanchitas bombardeadas… ¿Hay otra manera de entender las intenciones de Trump y su horda de fanáticos cuando se cambia el nombre del Departamento de Defensa a Departamento de Guerra? ¿Se puede confiar en un país en el que el secretario de Guerra no cree en la democracia y además alienta la fuerza letal injustificada y las intenciones golpistas de la ultraderecha MAGA? ¿Espero algo positivo de ese acuerdo de seguridad? No mucho, si acaso tiempo para que México refuerce vínculos con otros países de América, excepto con Perú, El Salvador, Ecuador y, por ahora, Argentina. La única manera de que el gobierno de Trump respete a México es si lo ve no como un ente aislado sino como miembro de una comunidad económicamente fuerte y con intensos vínculos sociales.Claro que no hablo de tomar como modelo a la Unión Europea (y Gran Bretaña). Europa es un desgarriate. Se alzan orgullosos ante una hipotética invasión desde Rusia, pero se humillan servilmente ante la muy real y agresiva política de Trump que, de paso, están pagando con una de las peores crisis económicas de su historia, y con una ruta clara hacia una ruptura social y el empoderamiento de la derecha radical disfrazada ahora de popular (populista). Francia es un hervidero social, Alemania no ve las maduras sino las duras económicas, el payaso fascista ucraniano sigue azuzando a la jauría, casi se anticipa en Italia el “agradable” olor matutino de las deportaciones, tan amado por Trump; no hay consensos sino estridencia, teorías conspirativas y profetas apocalípticos en la tribuna de la Eurocámara. La Téllez sería feliz en una curul de esas. Así es que ni colectiva ni individualmente Europa es un ejemplo para los países americanos. Menos ahora que se arrastra ante Trump y atiza el fuego a una guerra que, no olvidemos, no inició Rusia sino Estados Unidos al intentar ampliar las fronteras de la OTAN hacia Rusia y al impulsar y apoyar a grupos de ultraderecha racista en Ucrania. Habría que descartar de una comunidad americana a Ecuador, eje de distribución de drogas hacia Estados Unidos y gobernado por un gringo tan cínico como Trump; a El Salvador, convertido en una dictadura “constitucional” y un complejo carcelario al servicio de Trump; a Perú, gobernado por una desagradable presidenta; y a Argentina mientras Milei y su hermana Karina “3%” gobiernen para la “casta” y no contra ella como prometieron en campaña.
Mi exclusión involuntaria de la Web y mi exposición a medios convencionales me puso en el apuro de tener que lidiar con información superficial que, o no ocultaba una línea editorial en cada tema, o exhibía la desgana y/o incompetencia de editores, redactores, reporteros y periodistas. Pobre vida la de no poder verificar información y tener que tragarse lo que dice un merolico en la tele de acceso libre. Una vez vuelto al redil cibernético, con acceso a varias fuentes a la mano y con la facilidad de contrastar datos y enfoques, me entero que nada me he perdido. Poco o nada mejora en este mundo que ya parece más la realización de una distopía cinematográfica pesimista. Y mientras intentaba por enésima vez acabar con una plaga de cochinilla algodonosa que ataca a mis plantas de jitomate, escuchaba un reporte bastante fiable sobre medidas muy reales que se toman en Europa contra una guerra muy virtual contra Rusia. Así me llega la iluminación y concluyo que Trump no es sólo un presidente cínico, es una plaga más nefasta, más terca y más viral que las cochinillas que vampirizan a mis tomates. Mi esperanza apenas toma aliento cuando me entero de la revolcada que le dieron los electores bonaerenses a la franquicia gaucha de Trump, o sea Milei y Karina “3%”. Esperanza más bien chiquita, considerando que Milei es un evidente caso clínico lo cual es una ventaja sobre Trump que no puede justificar su insania con un parte médico. Tampoco me alienta mucho enterarme de la supuesta incursión de drones rusos contra Ucrania que osó invadir el espacio aéreo de Polonia. Si fue así, sólo puede considerarse una provocación de Putin quien sabe perfectamente bien la animadversión histórica, y a veces justificada, de Polonia contra Rusia. Estados Unidos, autoerigido en el Policía del Mundo, opinará, y cualquier opinión que emita será contradictoria con sus propias acciones.
Mientras pincho una por una las malditas cochinillas algodonosas de mis tomates, pienso en lo que acabo de leer: la indignación de un opinólogo por la corrupción destapada de oficiales marinos relacionados con el “huachicoleo”. El sesgo del sesudo fulano es que todo es culpa de la 4T y especialmente de Morena. No me extraña, es la consigna. Darle filiación política a un delincuente es la especialidad de la oposición y sus mercenarios. El tema es que la corrupción no tiene partidos, los usa. Ni el PAN, ni el PRI, ni MC ni los aliados de la 4T son partidos corruptos “per se”, ni están diseñados para favorecer la corrupción. Cada corrupto es una hiena agazapada esperando la oportunidad, y cuando la hay, la toma, bajo cualquier bandera y bajo cualquier partido. No eran decentes antes de ser obvios delincuentes, sólo esperaban su momento. La 4T no les abrió la puerta, ellos la forzaron. Es exactamente el mismo caso de la crítica opositora sustentada en mentiras y de las consignas de sus mercenarios mediáticos. Parece que no entienden que no estamos en Estados Unidos, Argentina, El Salvador, o Ecuador, donde los verdaderos críticos del sistema no tienen que inventar, sólo exhibir lo palpable a nivel de calle. Aquí, de alguna forma muestran su propuesta de gobierno, la misma que ejecutan arteramente los regímenes de Trump, Milei y Karina “3%”, Bukele y Noboa, entre otros. Lo dicho, las hienas sólo esperan la oportunidad, y cuando la hay, la toman. Aunque las hienas sí tienen un pretexto, la supervivencia; estas hienas humanas ninguno… Aprendiendo del (mal) ejemplo de Trump, consideré acabar con la plaga de cochinillas a balazos. Desistí porque al final no tendré cochinillas, ni tomates. También he considerado desenredarme de la Red, que no abona mucho a la esperanza… ¿Algún argumento en contra?
Post Scriptum: Que alguien le recuerde a la DESAGRADABLE Boluarte, presidenta del Perú, que desde el siglo XVIII el “Reyno del Perú” dejó de ser virreinato. Y que alguien les recuerde a Miley y Karina “3%” que el último gobernador de Buenos Aires y segundo virrey de Río de la Plata fue el criollo yucateco Juan José de Vértiz y Salcedo. Ambos son datos inútiles… ¡nomás por joder!