El 29 de diciembre de 1386, en donde hoy está el Distrito del Temple, al norte de París, se realizó la que sería la última ordalía legal en Francia, un derecho de la nobleza francesa. El caballero Jean de Carrouges, oficial en la corte del condado de Alençon, peleó contra Jacques Le Gris, un escudero que tuvo que ser nombrado caballero emergente para poder pelear contra otro caballero. ¡Ante todo la etiqueta cortesana! No entremos en antecedentes turbios que involucraron una presunta violación, pero Jean y Jacques se enfrentaron armados con lanzas, hachas, espadas largas y dagas. Al final Jean mató a Jacques, lo que lavó el honor de Jean y ensució el de Jacques. ¡Dios había hablado! Porque de eso se trata una ordalía, parte del principio de que Dios no dejará sin castigo al culpable y salvará al inocente. Los nobles podían apelar al duelo, como Jean, pero los amolados acusados de algún delito podían sufrir otras pruebas “divinas”, como sostener un hierro al rojo vivo (de ahí aquello de “meter las manos al fuego”) o nadar con un yunque atado al cuello. Pero algo no cuadró del todo en aquel famoso duelo “de honor”, porque a partir de ahí se prohibieron en Francia, aunque no se erradicaron. Extramuros de la nobleza, la gente común tuvo que seguir soportando el divino salvajismo de las ordalías. Es posible que Alejandro “Alito” Moreno, un salvaje contemporáneo, haya visto recientemente la película “The Last Duel”, 2021, que dirigió Ridley Scott. Así se explicaría su ataque contra el senador Gerardo Fernández Noroña en el recinto del Senado de la República. Claro que la adaptación de “Ordalito” Moreno supera muchísimo la versión de Scott. El también conocido como “El sepulturero del PRI”, descartó el hecho de que en una ordalía caballeresca, el retador tiene que ser un caballero, y Alito no lo es ni lo ha sido. También despreció el hecho de que el reto tiene que ser aceptado, cosa que Noroña no hizo. Tampoco respetó el «pequeño detalle” de que la ordalía es un duelo de tú a tú, y por los muchos videos difundidos del incidente, es obvio que Alito no actuó solo sino en la modalidad de pandillerismo, y además, por la disposición estratégica de sus “porros”, todo estaba planeado, lo que añade el agravante de premeditación y ventaja a su alevosía. Tal vez, ante la visión prejuiciada y proverbial cinismo de personajes como Ciro Gómez Leyva, Noroña es el provocador y Alito es una esperanza (violenta y gansteril) para una oposición tan desmejorada. ¿En qué papel quedó Alito? Nadie mejor que el propio Alito para decirlo cuando, al querer calificar a su “enemigo”, termina por describirse a sí mismo como un “cobarde, ruin, miserable, comportándose como un patán, como un barbaján”.
Noroña, debo ser honesto, no es el santo de mis devociones. El flamante morenista pero con trayectoria activa en la 4T, ha sido y seguirá siendo un orador brutal, sin piedad en el debate. No ha sido omiso en adjetivar a la oposición, si bien con un fondo de razón y argumentos sólidos, tal vez también con un exceso de histrionismo y celo ideológico. Ha sufrido y resistido con éxito las no menos agresivas palabras y actitudes de opositores, algunos extralimitándose en la farsa grotesca, como Lilly Téllez (su enemiga natural), o en el cinismo retórico, como Alito Moreno. “Cobarde”, le dice Alito a Noroña. ¿Es neta? Alito que encabezó una emboscada muy bien planeada de un grupo de porros priistas en contra de Noroña en un momento y lugar en el que, Alito lo sabía, defenderse comprometería al morenista, al morenismo y a la 4T. Y si farsantes o ingenuos como Ciro y otras terceras tiples mediáticas le hacen coro a Alito en eso de la cobardía, habría que recordarles que Gerardo Fernández Noroña, en sesión del Congreso y en comparecencia del entonces poderoso narcofuncionario panista Genaro García Luna, no exhibió a ese delincuente con metáforas. Si entonces lo suponíamos, hoy sabemos perfectamente que oponerse a García Luna, aliado de narcos, era exponerse a ser asesinado, a algo todavía peor, o a ambas cosas. Cobarde, en todo caso, el periodismo infame que se niega a reconocer lo que no uno sino varios videos ponen en evidencia. Cobarde Alito, que luego de su inadmisible agresión contra Noroña y contra el Senado, todavía acarrea incondicionales en marchas que lo respaldan; su guardia pretoriana, supongo. Cobarde Alito que luego de ser expuesto públicamente y sin dudas como agresor, se anuncia como víctima. Cobardes, infinitamente cobardes, quienes incluso desde Morena pretendan que todo esto pase a la historia como un incidente menor y se deje al impune consuetudinario sin una debida y ejemplar sanción. Y no perdamos de vista que Alito, tal como Lilly Téllez, no representa al pueblo sino a su partido, ellos no fueron electos sino seleccionados desde sus partidos. Y si Téllez ha convertido al Congreso de la Unión en un patético circo, ahora Alito incluye Lucha Libre en la función. Está el tres pa’l ocho.
Es claro que el despliegue mediático a favor de Alito no es casual. El gobierno federal está en un período de cambios que determinarán muchas cosas importantes para los mexicanos, entre ellas una posible y muy necesaria reforma electoral. Alito y sus comentócratas de cabecera empujan, no debaten. La oposición ya no sabe ser gatopardista, no puede adaptarse a los cambios de fondo en la democracia mexicana. Creo que hace tiempo que dejó de siquiera pretextar sus estrategias políticas en la base social. Unos partidos más que otros, pero han copiado modelos ajenos que los mexicanos ni entienden ni acatarían. Ahí están ejemplos patéticos de panistas “voxistas”, libertarios o trumpistas. Sin embargo, el incidente de Alito va más allá de eso, porque es auténticamente mexicano, un auténtico cacique porfiriano.
En estas circunstancias, subestimar la gravedad del incidente en el Senado, es útil para el íntimo deseo golpista de la oposición, pero es peligroso para nuestra democracia. Se pretende llevar el ataque de Alito y sus secuaces a un pleito de machos, aunque no advierten que el uso de porros priistas desmerece mucho la virilidad del agresor. Tal vez haya en el ánimo de la coalición de la 4T la intención de no dejar crecer este lío, en vista de las reformas que esperan aprobar. Pero lo que el Congreso de la Unión debe considerar es que el ataque no fue contra Noroña sino contra TODO el Poder Legislativo. Si personajes como la Téllez ya han hecho un termitero en sus curules, Alito mostró que ni tiene respeto por el debate legislativo ni por la investidura popular que otorga el voto. No atacó a Noroña, atacó al Senado, y dejar pasar este incidente sin una sanción ejemplar es sentar un peligroso precedente para que, en cualquier momento, un cacique con o sin fuero irrumpa, agreda y eventualmente llegue a disolver uno de los poderes del estado, para mi gusto, el más importante por ser el que, a excepción de los “pluris” (los “ninis” legislativos), representan directamente a los ciudadanos. Alito no representa ni al pueblo ni a los valores democráticos que lo deberían sustentar como líder de un partido. Si siendo tolerantes con este troglodita creen que podrán negociar iniciativas, el costo será mayor no para los negociadores sino para los ciudadanos. No se puede confiar en un sujeto que agrede “valientemente” apoyado por porros, y que además se ceba en el derrotado, en el caído, atizándole insultos y patadas. Ni los periodistas decentes, ni los ciudadanos honrados, ni los políticos justos, ni las leyes, deben tolerar a esta caterva de brutos con fuero.
