El Colegio de Abogados de Nuevo León es la institución de educación superior formal más antigua de la entidad sólo luego de la educación eclesiástica.
Hoy día su vocación conjunta academia, educación continua a los asociados y un espacio de apoyo en la relación institucional con instituciones de los tres órdenes de gobierno, en los tres poderes formales, con agrupaciones de la sociedad civil y el sector empresarial, además con las formadoras de juristas y asociaciones culturales, cívicas y de participación ciudadana.
El Colegio nace el 5 de mayo de 1825 teniendo, según el decreto número 34 de la época, la función de formar, examinar y aprobar a los abogados; su principal labor fue la de formar a los profesionales del derecho y la jurisprudencia en Nuevo León.
La iniciativa fue en septiembre de 1823 por parte de Fray Servando Teresa de Mier quien obtiene la aprobación de impartir cátedra de derecho canónigo y patrio por parte del congreso constituyente del imperio; tres meses después, en enero de 1825, el abogado titulado José Alejandro Ramón de Treviño y Gutiérrez ofrece la primera cátedra de derecho y a más de un año de esto, en mayo de 1825 preside en calidad de Rector el Colegio de Abogados.
Han transcurrido 200 años de la impartición de la primera cátedra de educación superior en un campo del conocimiento social y la permanencia del Colegio de Abogados se fortalece en los tiempos modernos donde la colegiación contribuye a la profesionalización.
Fue el gobernador José Ma. Parás y Ballesteros quien transforma al Seminario de Monterrey en una institución de educación superior pública, y con ello la cátedra de derecho se democratiza.
El 4 de noviembre de 1857 Santiago Vidaurri decreta la creación del Colegio Civil y en 1859 el gobernador Silvestre Aramberri lo pone en marcha. Es así como el Colegio que tenía la obligación de certificar a quienes pretendían recibirse de abogados, vincula sus funciones al Colegio Civil.
En 1933 se constituye la Universidad de Nuevo León y con ella la facultad de derecho continúa con la formación de juristas.
Es en la segunda mitad del siglo XX cuando el Colegio de Abogados se fortalece nuevamente como la institución académica que siempre fue, es la etapa en la entidad donde se incentiva la colegiación entre profesionales.
El Colegio es una asociación civil que conjunta a profesionales del derecho en las diversas ramas del conocimiento, sea en la práctica o la academia, su labor incluye la formación profesional continua mediante cursos, talleres, diplomados y otras formas de capacitación y actualización en donde participan expositores locales y nacionales, expertos en las diversas ramas del conocimiento jurídico.
El miércoles 20 de agosto se develó la placa conmemorativa por el Bicentenario de vida institucional del Colegio de Abogados; ahí su Rector, el doctor David Rodríguez Calderón manifestó la importancia de vincular las tareas del Colegio con los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, resaltando la participación de los asociados en diversas mesas de trabajo donde el congreso local convoca a revisar diversos proyectos de reforma legislativa.
El Colegio ha logrado en la actual gestión directiva, posicionarse entre las instituciones referentes pues en ella se conjuntan abogados de gran trayectoria entre la sociedad al igual que profesionales con amplia formación curricular.
Estoy convencido que, si Alejandro de Treviño y Gutiérrez viviera, se enorgullecería de lo que hoy es y representa aquel Colegio de Abogados que cimentó hace 200 años.
