En todas las lenguas eslavas que conozco, la palabra medved, que da orígen al apellido Medvedev de los rusos, quiere decir oso.
En su etimología, la raíz med significa miel, y entonces se llama así al plantígrado por su supuesta o real afición a encontrar y devorar los panales silvestres. Por extensión, se les llamaba medved a los hombres corpulentos y toscos.
Así se podría calificar a Dimitri Anatolievich Medvedev, viejo aliado y adversario de Vladimir Putin. El oso ruso tiene actualmente el cargo de vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia; el presidente es Putin, y la importancia de este consejo, por encima del gabinete entero, es obvia.
Dimitri es un abogado de menos de 60 años, quien es casi coinventor de la abogacía moderna de Rusia, que no existía en 1991 cuando cayó la URSS. Ha sido presidente del consejo de Gazprom, la empresa energética más importante del mundo y derrotó a Valdimir Putin en el 2008 para el cargo -ciertamente figurativo- de presidente de la federación rusa. Cuatro años más tarde fue nombrado primer ministro: ese el puesto que pesa. Cuando le cedió la silla a su compadre Putin, este lo hizo capitán de los ejércitos.
En esa calidad, de vicepresidente del consejo de seguridad, le resultó la criada respondona a Donald Trump. Ante el ultimatum -uno de muchos- que el presidente de los Estados Unidos le fijó a Putin para que terminara la guerra de Ucrania, Medvedev le soltó una velada amenaza: que se acuerde el presidente Trump que nosotros tenemos armas nucleares de ataque.
De cuando en vez, los políticos grandotes sienten la necesidad de hacernos recordar que son indispensables, y ponen al mundo con sus palabras al borde de la tercera guerra mundial. Lo hicieron Nikita, Kennedy y Fidel con los cohetes nucleares soviéticos en Cuba. Ahora, Trump y Medvedev vuelven a esas andadas.
El presidente Trump tomó el mensaje del oso ruso en serio, y ordenó desplazar dos submarinos de los 17 con que cuenta, a las cercanías de Rusia. Sumbarinos de los más picudos, los que tienen ojivas nucleares.
No va a pasar nada. El partido mayoritario de la Rusia actual, Yedinaya Rossiya -esto es Rusia Unida- está detrás de Medvedev, y de Putin también. Representan a la derecha bienn definida. El muy distante partido comunista de los bolcheviques ocupa el segundo lugar; luego hay una chiquillada de partidos para dar pena.
Es obvio que los dirigentes políticos de nuestro tiempo, y de todos los tiempos, necesitan periódicamente cortinas de humo, pantallas distractoras para que sus ciudadanos no se den cuenta de los problemas más inmediatos a su bolsillo.
Así es como surgen las crisis mundiales. Como la de ahora. El oso ruso puede seguir disfrutando de la miel silvestre.
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas): El espectacular asesinato del delegado de la fiscalía federal en Tamaulipas, a unos metros de la línea que separa Reynosa de Hidalgo, Texas, no le mereció a la señora presidente una mención seria.
Lo de ella es la reforma electoral, la tarea pendiente que le dejó su padrino.
Para ello, no solamente le dio salida a Pablo Gómez del primer círculo del poder, sino que le mandó diseñar una comisión para elaborar la reforma electoral.
De alguna manera u otra todos sus integrantes está en la nómina presidencial.
Dice la señora presidente, que la dicha comisión estará abierta a las opiniones del pueblo noble y sabio, y a las organizaciones civiles y cívicas, ciudadanas y pensantes. Tendrán voz, pero no voto. Eso está reservado para la selección nacional, que tiene como colero al pobre (es un decir) Arturo Zaldívar.
Pero no, a doña Claudia no le importa el mensaje que le mandaron en Reynosa: la delincuencia organizada sí es delincuencia, sí está organizada y sí reacciona a las acciones del gobierno en su conra.
Con granadas a sangre fría.
Y si en México no se saben leer esos mensajes, en Washington sí.