Mi abuela tenía una clasificación, que no voy a repetir aquí por pudibundez, para los que “ven burro y se les ofrece viaje”. Me recordé de ella a propósito de la solícita y veloz propuesta de un grupo de senadores mexicanos a los que les valió madres la sugerencia de la señora presidente a sus correligionarios de que evitaran el turismo político; los viajes innecesarios ni al servicio del bien común.
Según los viajeros, acuden a Washington para reunirse con representantes y senadores de los Estados Unidos, a fin de convencerlos de que no aprueben el gravamen del cinco por ciento a las remesas que envían los mexicanos que trabajan allá a sus parientes pobres, que viven aquí.
Lo que nuestros representantes populares no dicen es que el Congreso no está discutiendo ese particular asunto. El martes, el presidente Trump acudió al Capitolio para convencer a sus representantes y senadores republicanos para que impulsen su proyecto de lo que llaman allá, muy en su cursi estilo, “The-One-Big-Beautiful-Bill”, esto es la ley única, bella y grande. En otras palabras, una reforma fiscal de grana alcance e inspiación populista.
El proyecto de reforma tributaria consta de tres subtítuos. En la primera se eliminan exenciones fiscales y se incrementan otras. De manera importante, se terminan los incentivos fiscales que todavía existen paa los que usan energías alaternativas y limpias en sus autos y sus casas. De la tercera sección, parte primera, destaca la exención de impuestos a los ingresos por propinas, horas extras, los intereses en los préstamos y la creación de unas cuentas bancarias llamadas MAGA, a nombre de los hijos nacidos después de 2024 y que pueden recibir beneficios y donativos.
Esta ley tributaria tiene un total de 321 secciones. En el cabús, la parte segunda dedicada a “eliminar los beneficios tributarios de los inmigrantes ilegales” viene la sección número 112105, que establece el impuesto del cinco por ciento a las remesas enviadas por los trabajadores sin papeles. Esa tasa debe ser cobrada por la empresa que haga la transferencia y entregarla a Hacienda de allá. Los que, mediante su número de Social Security -que equivale al registro federal de causantes- tendrán su cinco por ciento de regreso.
Desde luego que mi intención no es defender al pelipintado y sus afanes recaudatorios: simplemente quiero dejar claro que el asunto es un poquito más complicado y que los congresistas gringos no van ni a escuchaar, menos a tomar en cuenta, a los turistas legislativos que llegaron de Mexicou.
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas): Para de hoy en adelante. Hasta el último día de mayo, este epígrafe seguirá siendo el mismo. La misma autoridad espuria reconoce desde ahora que la participación del electorado mexicano en la farsa para integrar el poder Judicial al Ejecutivo llegará acaso al veinte por ciento del padrón. A mi juicio, la abstención no es una manifestación política clara; a fin de cuentas un voto no emitido se asume como una apatía que apoya al sistema. Callar es conceder. Yo voy a anular mis votos cruzando de esquina a esquina todas las boletas que me entreguen. Ese será un voto de repudio clarísimo. A eso invito.