“Cuando se está en medio de las adversidades, ya es tarde para ser cauto”
Séneca
Nos encanta copiarlo todo. Modas, formas, estilos, sistemas, procesos, si lo hacen en otro lugar y medio se adapta a nuestras necesidades, preferimos copiar a pasar por el trabajo de investigar y desarrollar una solución propia, “tropicalizar” le llaman, aunque siendo honestos no es más que una forma de flojera.
Así, los contraflujos en las calles que existen en los Estados Unidos desde la década de los 70’s para resolver las altas cargas de vehículos y facilitar la movilidad, tardaron 50 años en llegar a Monterrey.
Como está ocurriendo ahora con la propuesta de tener carriles de alta ocupación, que también tienen ya muchos años existiendo en diversas ciudades del mundo, pero aquí los tienen de novedad y, como de costumbre, nuestros funcionarios pretenden empezar por el paso tres sin haber dado antes los dos primeros.
Conocí los contraflujos hace 15 años en Bogotá, cuando acudí por varios meses a la campaña de Juan Manuel Santos a la Presidencia de aquel país y junto con los carriles reversibles, me enteré también de las disposiciones que se tenían para el enorme número de motociclistas en la capital colombiana.
Pero más que un asunto de tráfico, la obligatoriedad de que quienes se movilizaran en una motocicleta portasen un casco y un chaleco con un número de identificación era un tema de seguridad, porque desde los 80’s, cuando inició el reinado de Pablo Escobar, el uso de las motos para cometer diversos delitos se hizo común.
Recuerdo que las sanciones por no portar casco o chaleco eran severas, como también lo eran el intentar suplantar esos números falseándolos. Contra eso no había entonces en Colombia miramiento alguno por parte de las autoridades y por igual te detenía un agente de tráfico que la Policía Nacional.
Hoy en Monterrey, 40 años después de que se inició en otro lugar, nuestras autoridades analizan apenas la posibilidad de revisar y ser estrictos con los delincuentes que se transportan en motocicletas. Los servicios de aplicaciones de comida han multiplicado como ”gremlins” los motociclistas en el tráfico citadino y aquí, tarde como de costumbre, andamos viendo si empezamos a hacer algo al respecto.
Tarde, siempre tarde, así tardamos décadas en entender que Monterrey requería un sistema de transporte colectivo como el Metro y como era costoso y complicada su construcción, se tardaron más, al grado que ha habido gobiernos que no le han metido un centavo al asunto, aunque todos sabemos que esa sería la solución viable a nuestros problemas de movilidad.
Los que se montan en la ola de lo “políticamente correcto” hoy critican que se piense en segundos pisos o ampliar avenidas y siguen empeñados en ampliar banquetas y quitar carriles en pro del medio ambiente, sin darse cuenta que sus propuestas terminan por contaminar aún más nuestro medio ambiente.
Tarde, siempre tarde, nuestros políticos copian mal e invariablemente tarde las soluciones de otras latitudes y al hacerlo no se preocupan por visualizar los temas de una manera integral, omitiendo pasos.
No se trata de que los motociclistas traigan placas y licencia, se requiere organizar este tema y para ello identificarlos y tenerlos bajo un estricto control es fundamental. No hacerlo así es seguir jugando al “Tío Lolo”.