Hace mucho tiempo que en las monedas mexicanas no sale el sol. La que dio origen al juego del águila o sol de los volados con el merenguero a doble o nada, tenía en el anverso el escudo nacional –que aún conserva– y en el reverso un gorro frigio detrás del cual salían los rayos del sol. La última moneda que conservó ese simbolismo fue la de veinte centavos en cobre, que por su parte dio nacimiento a la frase de que ya me cayó el veinte. Por lo del teléfono al establecer comunicación. Tenía el águila en una cara y la pirámide de Teotihuacán en la otra, con el gorro frigio y sol naciente encima de ella.
En más de un sentido, México está a punto de jugarse su destino en un volado. El otro López, el secretario de la Gobernación, dijo ayer que los cuatro consejeros que van a sustituir en el acosado INE a los que se van en un par de meses, serán designados por una tómbola: sus nombres serán metidos en una bolsa de tela para ser insaculados sin tomar en cuenta su preparación, trayectoria, conocimientos o valores. Ya que no pudo el presidente destazar al INE completamente con su fallida reforma constitucional, lo debilitará así con el caballito de Troya que serán sus consejeros.
Peor nos va con la oposición. En lugar de consolidarse unida, ya surgió un movimiento más –tibio como los otros– para enfrentar a la maquinaria poderosa del PRI vestido de Morena. El Mexicolectivo o México Colectivo, anunciado ayer en la capital bajo el aparente cobijo de Cuauhtémoc Cárdenas, un referente para gran parte de la izquierda de nuestro país y para muchos mexicanos, se vino a sumar a UIND@S patrocinado aparentemente por Claudio X González y al insignificante FRENA para tratar de sacar a Morena de Palacio Nacional. Sin fuerza, sin nuevos líderes carismáticos y firmes, sin posibilidades.
El Ing. Cárdenas no estuvo presente en el acto de lanzamiento, aunque se afirma que estuvo durante más de un año en la gesta de este movimiento. Preguntado en su templo sobre si lo consideraba un adversario, el predicador que tenemos de presidente lo asumió diciendo una verdad dolorosa: es tiempo de definiciones.
Águila o Sol. Con López y su pandilla o en contra suya. Ya quedó. La pelota está en nuestro campo. Como todos los días, es tiempo de decisiones vitales.
MEA CULPA: Por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima pendejez, En mi reciente columna “¿Y Si Dios no nos ayuda”, metido en el torbellino mediático del día, confundí a Mike Pence con Mike Pompeo. El primero escribió el libro So Help Me God, “Que Dios me ayude”, el segundo “No Cedas ni una Pulgada”, Never Give an Inch. Ambos fueron altos funcionarios del presidente Trump: Pence, vicepresidente, Pompeo, secretario de Estado; ambos comparten el espíritu antimexicano que predomina en las filas republicanas. Nada más que fue Pompeo en su libro el que empinó a Marcelo Ebrard revelando su acatamiento –por órdenes de su jefe López– de los dictados de Trump en materia migratoria. Mi garrafal error no cambia el sentido de mi columna en el sentido de advertencia sobre el posible retorno de Donald Trump a la Casa Blanca en 2024.
Pero eso no es excusa.
