La vida cotidiana está marcada por anuncios negativos para el grueso de la población: aumento de impuestos, incremento a las tarifas de los servicios públicos y a los artículos de primera necesidad, así como a los suntuarios; la palabra crisis merodea cual fantasma sobre el sufrido pueblo, negros nubarrones de pesimismo se ciernen sobre el futuro de nuestro país. Sin embargo, ante la insensibilidad de los funcionarios públicos, la denigrante tragicomedia representada por los diputados federales y locales, la inseguridad reinante en las grandes ciudades, corrupción al máximo, la legión ciudadana inconforme rumia su coraje en tertulias familiares, de café o restaurantes-cantinas, vertiendo pestes contra quienes prometieron el bienestar del pueblo, en lugar de protestar en las calles, sólo da rienda suelta a su inquina en los medios de comunicación o en las redes digitales.
Debemos reflexionar sobre la participación más activa, más comprometida, en defensa del poder adquisitivo del salario. Ante el silencio, cabe de nuevo la reflexión: ¿El pueblo tiene el gobierno que se merece? A pesar de los sobresaltos en el aspecto económico, la vida continúa su marcha, lo material nos atosiga, pero tenemos que hallar el lado optimista, la cara amable de nuestra cotidianidad, analizar los posibles elementos de recreación, diversión, goce espiritual, para no caer en la filosofía de los escépticos cuyas frases principales eran la de «abstente y soporta» o “estar en conformidad con la naturaleza»; en ese optimismo caben las celebraciones y las añoranzas.
Hoy se agolpa en mi mente un caudal de recuerdos y agradecimiento al celebrar el 72º Aniversario de mi Alma Mater, la Escuela Normal Pablo Livas, enclavada en Sabinas Hidalgo, N. L., 72 años de labores, de duros afanes, de vencer obstáculos, de luchar contra la intolerancia e incomprensión, 72 años de formar profesores, cuya acción irradia en buena parte del territorio nacional, 72 años de presencia señera en la educación.
Aquí y ahora, la Escuela Normal Pablo Livas con la excelente conducción del timón normalista de la Dra. Mireya Chapa Chapa, quien la ha llevado a la cima de la excelencia, ¿Cómo no sentirse orgulloso de ser egresado de dicha institución? ¡Larga vida a la Escuela Normal Pablo Livas!