Durante mi más reciente vecindario en la ciudad capital del país, aprendí a que no debo usar mi queridísimo y eficiente reloj Rolex Oyster Perpetual, carátula gris, de acero, que compré en Fred Joaillers de Rodeo Drive en Los Ángeles en 1988, hace 37 años, con dinero de mi sueldo, que no era bajo.
En las circunstancias actuales del morenato, no voy a revelar lo que pagué por ese reloj; es que me daría mucha vergüenza. No puedo competir.
Lo cierto es que ya en México, pasando lo que fue el Parque Delta, por ahí por Eugenia, en el enorme estacionamiento que es toda vialidad, escuché tres toques en el vidrio de mi ventana, que bajé de inmediato. Pensé que en mi torpe manera de conducir había obstruído el paso debido a otro carro, o algún rayón o golpe inadvertido, y bajé el vidrio. A mi lado estaba un hombre con una pistolita en la mano que me dijo :”dame tu reloj si no quieres que te pase nada”.
Muy a mi pesar, reproduzco lo que fue mi respuesta: “¿y por qué no te vas a chingar a tu reputa madre?” subiendo el vidrio. Digo que muy a mi pesar, porque hasta el día de hoy mi adorada esposa Bertha y mis pocos amigos, dicen que cometí una soberana estupidez. Que una vida vale más que cualquier alhaja.
Ahora, luego de la agresiva frase, el muchacho asaltante bajó su pistolita y de fue caminando en la selva de carros esperando un siga. Sin muchos conocimientos puedo adivinar que su revolver era un calibre 25. O una copia de él.
No volví a saber del muchacho aquel; mi mujer sigue opinando lo mismo. Lo único cierto es que mi Rolex de acero Oyster Perpetual sigue en posesión de su legítimo dueño.
Y, para información de a quién corresponda: generalmente uso un Rolex Submarine de acero que me regaló en East Los Ángeles mi amigo Alfonso de Vivanco, y que marca las horas con la misma precisión de los otros. Es un Rolex chafa, obviamente made in China, y Alfonso pagó 120 dólares por él.
Yo estaba ahí.
PILÓN: PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas): La toma de Washington.
Antier por la tarde, el presidente Donald Trump firmó la más importante orden ejecutiva interna de su segundo mandato, que equivale a la toma de la capital de los Estados Unidos por el presidente del país. El Distrito de Colombia -16 kilometros cuadrados de territorio y unos 800 mil habitantes- no tiene la categoría de un estado, como los otros cincuenta, pero es la sede, según la sección octava de la Constitución, la sede de los tres poderes: se le conoce como Washington.
En esencia, los residentes del distrito tienen los mismos derechos que los ciudadanos de los 50 estados: votar y pagar impuestos, así como tener acceso a los beneficios que la federación da a los demás. No tienen representación en el Senado, pero sí un delegado, que hoy es mujer, en la cámara de Representantes, con voz pero sin voto. Hay un fuerte movimiento desde hace cinco años para hacer de Washington en estado número 51; está bloqueado por los republicanos.
La orden dominical ejecutiva de Trump del domingo pasa toda la autoridad sobre la policía de Washington a la presidencia. Dnoald Trump ha llamado a la fecha como “el día de la liberación de Washington” de las garras de la violencia y el crimen.
En la impredecible táctica de Donald Trump, esto puede verse como una avanzada en su pugna política con los republicanos.
Vaya usted a saber.