Dato biográfico totalmente prescindible: yo nací en el número uno de la vecindad La Victoria, domiciliada entonces en el 728 norte, de lo que hoy se sigue llamando avenida Juárez, que hasta antes de la fiebre de elogio al Benemérito, fue conocida como calle del Roble. Por ahí hay una iglesia bella.
Hoy en día, la casa de ustedes, (perdón, pero así dicen los mexicanos cuando se refieren a su domicilio) está sita en la prolongación de la avenida Alfonso Reyes.
La información disponible del sabelotodo Google, ahora con la complicidad de la AI, dice que en Monterrey hay una sola avenida Alfonso Reyes, la que arranca en la vieja estación Unión y sigue rumbo al norte, cambiando de nombre a avenida Universidad, porque cruza Ciudad Universitaria. Aunque eso es cierto, Google miente con todos los dientes, sin demérito del único regiomontano universal del cual tengo noticia, y cuya obras completas no alcanzaré a leer nunca: hay Alfonso Reyes en las colonias Ladrillera, Regina o la Esperanza, amén de la mía que está en laderas del Mirador. Que es un cerro en el oTro extremo de la UANL.
Lo de Juárez es peor.
Dice el INEGI que en el país hay ocho municipios que llevan el nombre del oaxaqueño (yo sé que hay más), y 60,148 calles o avenidas Juárez. ¡Que se joda el taxista con todo y Waze! Ahora, no me iba a distraer buscando las avenidas, calles o colonias Díaz Ordaz, Echeverría, López Portillo o de la Madrid que sobreviven en todo México.
Creo que la ocurrencia no muy lejana, de diciembre del año pasado, de la renombrada por los ediles colonia Cuarta Transformación, en Tultitlán, estado de México, ya quedó olvidada y materialmente borrada como un mal chiste: no he podido ir a verificarlo, pero tal vez sigan ahí las chapas de peltre con los nombres de 46 calles y una avenida como “Fertilizantes para el Bienestar, Pensión para Mujeres, Soberanía Energética, Jóvenes construyendo el futuro, Internet para todos, IMSSS Bienestar, Precio de Garantía, Crédito a la Palabra,Tren Maya, Sembrando Vida, Precio de Garantía, Tren Suburbano, o Revolución de las Conciencias.
Todo eso, diría usted, suele pasar en las repúblicas bananeras, primitivas, ajenas a la democracia y al desarrollo, la modernidad y el buen gusto. ¡Eso sólo pasa en el subdesarrrollo!
Déjeme que le cuente que la mayoría republicana en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos acaba de aprobar en comisiones la propuesta para cambiarle el nombre al John F. Kennedy Center for the Performing Arts. La propuesta es que se llame “The First Lady Melania Trump Opera House”. Falta, desde luego, que lo apruebe el pleno…
El icónico neoyorquino hotel Plaza, de la Quinta Avenida esquina con la South Central Park, se llama Trump Plaza; lo mismo la torre más al sur sobre la Quinta, al lado de Tiffany´s, lleva el apellido, y muchos campos de golf que el presidente Trump adquirió antes de la Casa Blanca, se llaman así, como el Doral Trump en Miami.
No tienen llenadera; como si fueran políticos mexicanos.
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas): Mark Epstein, hermano mayor del misteriosamente muerto en prisión Jeffrey Epstein, convicto de tráfico sexual de niñas entre otras cosas, sigue insistiendo en que a su hermano lo mataron, para que no dijera nombres. También, que la Casa Blanca dice mentiras cuando afirma que Trump no fue por décadas, frecuente visitante de su hermano. Trump está demandando al periódico Wall Street Journal por diez mil millones de dólares por afirmar eso.