“Si algo no está descompuesto, no lo arregles”
Dicho popular
En la vida es importante tener visión de futuro y antes de emprender cualquier acción tener la capacidad de calcular los riesgos que se pueden enfrentar en determinado momento. En política y la función pública este elemento tiene especial relevancia y determina la diferencia entre un gobierno o un político exitoso y otro que no lo sea.
En relación con la iniciativa presentada por el Secretario de Movilidad del Estado, Hernán Villarreal, un grupo de diputados de Movimiento Ciudadano y el Alcalde de Escobedo, Andrés Mijes en su calidad de presidente de la Junta de Coordinación de Municipios Metropolitanos, sobre la obligatoriedad del transporte escolar, permítame plantear un escenario que resulta, según la experiencia de los últimos tiempos, bastante posible.
Imagine que un camión, un microbús o una camioneta Van atestada de escolapios sufre un accidente con un tráiler, un camión de carga, un autobús de pasajeros u otro vehículo; prensados los pasajeros quedan entre los hierros retorcidos. Agregue usted que no sé por qué, pero desde hace algún tiempo cualquier vehículo que sufre un percance se comienza a incendiar con gran facilidad.
Esto, insisto, es bastante, mucho, sumamente posible.
¿A quién cree usted que la opinión pública, las ONG’s, organismos, asociaciones, grupos, colectivos, periodistas, medios y ciudadanos culparán de lo sucedido?
¡Acertó, al Gobierno! Especialmente al Gobernador y su Secretario de Movilidad a quienes señalarán sin piedad como los responsables de la tragedia.
Pregunto, ¿hay, en aras de la movilidad, realmente necesidad de tomar una acción como el transporte escolar obligatorio y asumir un riesgo tan alto?
Porque si eso mismo pasa con un coche particular de un padre de familia la sociedad en pleno llorará la tragedia, pero en ella no estará involucrada la autoridad estatal.
¿De verdad el encaramar a los chamacos a camiones, microbuses y camionetas resolverá los conflictos viales de todo el día? Dudo, lo digo en serio, que arregle el problema en las horas pico de entrada y salida, de 7 a 9 de la mañana, de 12 a 2 al mediodía y de 5 a 6 por la tarde.
Es la historia de siempre de Monterrey. Lejos de pensar de una manera general y buscar soluciones integrales a nuestros múltiples problemas, vamos generando soluciones parciales, arreglitos cosméticos que en su mayoría terminan a la larga generando más problemas de los que resuelven.
Queremos movilidad, pero nos empeñamos en no tocar un río seco y nos oponemos, en esa absurda posición de lo “políticamente correcto” a emprender cualquier acción que “atente” contra la naturaleza, sin pensar que en muchas ocasiones el no hacerlo es millones de veces peor.
Encaramar chamacos al transporte escolar es un albur y lo que sí es una sentencia de muerte política es intentar obligar a los padres a que de manera obligatoria asuman el pago de un servicio que no han pedido. Más allá de los riesgos de una tragedia, el costo electoral que esta medida tendrá será catastrófico y si no, para el baile vamos.