Contra todos los pronósticos, Rayados empató 1-1 con el Inter de Milán en su debut en el Mundial de Clubes. Y no fue un accidente: fue una noche de carácter, orden y resistencia, con momentos de solidez y otros de sufrimiento. Como debe ser cuando enfrentas a un gigante europeo.
El gol fue de Sergio Ramos, en un cabezazo quirúrgico al 25’. El empate llegó por medio de Lautaro Martínez al 42’, a balón parado. Nada nuevo.
¿Qué hizo bien Rayados?
La central, por fin, estuvo a la altura. Sergio Ramos, Stefan Medina y Víctor Guzmán se comportaron como líderes. Esteban Andrada, en lo que probablemente sea su último torneo con el club, se vistió de arquero serio: despejó bien, achicó con seguridad y no regaló nada. Torrent planteó con coherencia: presión alta al inicio, gol, y luego bloque medio-bajo sin desorden.
Este equipo, hoy, fue en serio.
¿Qué sigue preocupando?
Hay un problema que persiste: Rayados no tiene un juego ofensivo claro. La producción ofensiva depende del talento individual: un disparo de Canales, una diagonal de Ocampos o, con suerte, algún centro bien colocado. No hay asociaciones constantes ni automatismos.
Y aunque Torrent corrigió varios aspectos defensivos, el repliegue fue demasiado. Ceder tanto control al Inter fue jugar con fuego.
Más allá del marcador
Hoy quedó demostrado que, a pesar de la improvisación, la falta de refuerzos y que Torrent fue presentado con el torneo ya encima. Hay plantel. Hay carácter. Y hay con qué competir.
Hoy Rayados ilusionó. Demostró que no está muerto.
Conclusión
No se debe romantizar un empate. Pero sí hay que valorarlo cuando se obtiene con orden, disciplina y actitud.
Si Rayados quiere trascender en este torneo, debe construir desde aquí. No desde los discursos de palco, sino desde la cancha. Desde la defensa. Desde la convicción.
Hoy Rayados empató con el Inter. Ahora tiene que empezar a ganar… en todo lo demás.