“Diez miradas para ver la belleza que se presenta entre un sueño y una catástrofe”
Vicente Huidobro
Como diría mi compadre Jelipe (Calderón, no el entrañable porrista de los Sultanes y oficial de Tránsito en el retiro): “Haiga sido, como haiga sido”.
Si bien no por el motivo correcto, sino por un tecnicismo de trámites, el Municipio de Monterrey tuvo un importante acierto al detener la colocación de las pantallas sobre las columnas del Metro en Avenida Colón.
Ya hay algunas en la ciudad, pero no en sitios en donde existen semáforos unos metros adelante y atrás, sino en avenidas de flujo continuo. Eso que intentaban hacer o los directivos del Metro o algún amigo de ellos a quien concesionaron esos espacios, es un completa aberración y una invitación a que sucedan gravísimos accidentes.
No hay que ser un genio o un adivino para saber que a tiro por viaje, a diario ocurrirían choques y alcances por la distracción a los conductores que dejarían de atender su vista al frente para voltear a ver la pantalla y sin tiempo para reaccionar no se percataron que el vehículo de adelante frenó o bien que la luz del semáforo está en rojo.
Peor sería con los vendedores, limpiavidrios, repartidos de periódicos gratuitos, sucursales y conexas que ahí se instalan diariamente, además de la mujer con los niños haciendo malabares con dos naranjas, claro está. No la ves, miras la pantalla y para cuando acuerdas ya te la llevaste de corbata con todo y escuincles.
¿En qué cabeza caben estas ideas tan grandes que de tanto habría que llamarles ideotas?
Porque mire que conozco lugares y he visto muchas cosas, pero un sistema de publicidad de ese tipo, a esa altura, en esas condiciones y circunstancias, nunca, en ningún lugar. Por algo será.
Siendo realistas las dichosas pantallas no ofrecen ninguna ventaja sobre los anuncios tradicionales, como no sea el que pueden colocar en un mismo espacio varios o muchos anuncios por un tiempo reducido y no de forma permanente, aunque a los ingenuos clientes se los venden al mismo precio sin que en realidad estén el mismo tiempo.
Son igual de eficientes y novedosos que aquellos hechos con triángulos que tenían tres caras y en los que se publicaban tres anuncios y cada cierto tiempo giraban para mostrar el siguiente.
Porque las nuevas pantallas no dan mucho espacio al movimiento y no tienen sonido y si lo tienen ni quién lo oiga.
Lo malo es que estamos entrenados y condicionados a voltear a verle y el movimiento, así sea el cambio de un anuncio a otro, es una alarma para nuestro cerebro que nos ordena voltear a ver lo nuevo y esos pequeños instantes pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte de una o varias personas.
¿No me cree? Intente mantener los ojos abiertos cuando estornuda. Hace muchísimos años en los Estados Unidos se comprobó que muchos accidentes en las autopistas eran producto de este pequeño momento en el que cierras los ojos; ¿cuánto quieres perder en voltear, mirar, procesar la información, regresar la mirada al frente y reaccionar?
No, no basta con que pidan los permisos correspondientes. El Municipio de Monterrey debe velar por la seguridad de los regiomontanos e impedir que esas pantallas se instalen.