El proyecto que discute la cámara de diputados de los Estados Unidos desde ayer, que fue presentado por el representante Jason Smith, de Misuri, y tiene el nada modesto título de “el único, gran, y bello proyecto de ley”, se refiere particularmente a la política fiscal del país del norte. Como apellido se agrega que es una propuesta que favorece al crecimiento, las familias, los obreros y los agricultores.
En esencia, recoge la política fiscal de Trump en 2017, en su primer período presidencial, y abunda en nuevas fuentes de ingreso para las arcas de su gobierno. Se trata, de entrada, de cancelar las exenciones fiscales por un monto anual aproximado de quinientos mil millones de dólares, que actualmente benefician a los “intereses especiales”; los muy ricos, las grandes corporaciones y China.
El comité de medios y arbitrios es el principal organismo redactor de políticas fiscales del Congreso.Ese es el que analiza la propuesta en estas semanas. En el cuerpo del melifluo documento hay algo que va a afectar a la economía mexicana. La aplicación de un impuesto del cinco por ciento a los envíos de dinero de los inmigrantes indocumentados a sus familias en sus países de orígen.
Obviamente, los mexicanos están en la primera fila, aunque muchos paisanos nuestros ya son ciudadanos de los Estados Unidos o tienen una residencia legal allá. Pero no todos; especialmente no, los más jodidos.
En su exposición de motivos, la iniciativa dice que “se busca prevenir que los beneficios de los contribuyentes lleguen a inmigrantes indocumentados” como las primas a la hora de los impuestos dedicadas a Medicare y Obamacare, dos programas de asistencia médica.
El año pasado México captó el diez por ciento de todas las remesas internacionales en el mundo. Más de seis mil millones de dólares llegan regularmente al mes a los mexicanos, mayormente de los Estados Unidos. Para la economía del país, es la principal fuente de divisas, el 44%, por encima de los ingresos por la venta de petróleo o el turismo. El 3.4 por ciento del producto interno buto mexicano lo forman esas remesas.
Hay un factor que el republicano Smith no advierte, pero que alguien caerá muy pronto en la cuenta. No todas las remesas de allá para acá son para las pobres madrecitas de Zacatecas, Guanajuato, Oaxaca, Chiapas y otros estados mexicanos. En muchos casos, especialmente cuando hablamos de cifras altas en dólares, son una forma astuta de lavar dinero ilícito, digamos las grandes sumas de efectivo que mueve el comercio del narcotráfico. Jóvenes que alquilan su nombre a organizaciones muy activas, pueden recibir las remesas, cobrar el efectivo en pesos mexicanos, y entregar el dinero limpiecito a sus patrocinadores, mediante una pequeña comisión.
Por ese motivo, aparentemente, el impuesto se aplicaría solamente a las remesas mayores a los quinientos dólares. De esa forma los damnificados serían los paisanos que -para ahorrarse la cuota que cobra cada banco o empresa que hace los envíos- juntan sus ahorros de dos meses o más para mandarlos de un jalón.
En todo caso, la medida que dice castigar sólo a los indocumentados tiene un propósito intimidatorio a todos los inmigrantes, legales o no. Y en resumidas cuentas, va a afectar la forma y el monto de las divisas que se inyectan a la economía nacional nuestra.
PARA LA MAÑANERA DEL PUEBLO (porque no dejan entrar sin tapabocas): El gobierno de Qatar, que no está integrado precisamente por hermanas de la caridad, le va a regalar un avión Boeing 747-8, de los más modernos, valuado en 800 millones de dólares , al presidente Trump, quien casualmene anda de gira por los países árabes. El Air Force One, avión presidencial, ya anda pasando sus cuarenta años y la empresa Boeing, por una causa u otra, no ha podido surtir el pedido de la Casa Blanca de dos nuevos aviones. “Sería yo un imbécil si no aceptara el regalo”, dijo Trump de la mordida, subrayando que no era para él. La estricta ley norteamericana al respecto, señala la posible sospecha de recibir un regalo a cambio de tomar una decisión favorable al donante. Las excepeciones son los regalos personales, o dados en ocasiones especiales como la jubilación, por ejemplo. En la mayoría de las instancias de todo el país, el precio del regalito no debe exceder veinte dólares.
Casi igualito que en México.