No soy catastrofista, ni siquiera pesimista como aquellos que en época de Luis Echeverría auguraban que antes de terminar el período de su mandato comeríamos pura mierda, y aunque lo hicimos, fue con estoicismo y sacrificio, la nación sobrevivió para soportar embates trágicos como: no nos volverán saquear, defendiendo el peso como un perro, el cenas y te vas, el error de diciembre, aprendamos a administrar la abundancia, hasta caer en el abismo de el huachicol se acabó, la gasolina a diez baros y cuando derrotamos a Dinamarca en eso de la salud, porque siempre tuvimos otros datos, hasta las ridiculeces del mayor rastrero lame-suelas jamás visto en la historia como Fernández carroña, el dueño de Zacatecas Ricardo Monreal o el vampiro Adán Augusto López que rebasaron todas pandemias que pudiera sufrir un país
Llegaron nuevas enfermedades a las que no estábamos enterados, una democracia remasterizada que le daba al gobierno en el poder alcances inimaginables donde el peor presidente en la historia de México acababa como plaga de langosta con todo en la faz de la tierra. Jamás un poder omnímodo se había adueñado de todas las decisiones en todos los poderes sin la existencia de un dije o compuerta que se atreviera a detener la decisión de un solo hombre
Hoy las cosas son diferentes, hace tiempo, había rubor, decoro y hasta pena ajena. La herencia maldita que recibió colita de caballo es inconmensurable y parodiando a los músicos que entonan el corrido del Chapo Guzmán, es el jefe, lo es y LOERA y el mundo se para si Joaquín ordena. El abrumador poder del cocodrilo de realizar sus fechorías sin pena alguna con el simple sustento de tener otros datos, es la más detestable de las razones que coronan su firma de la casa con el abrazos, no balazos como excusa de permitir a los delincuentes operar sin ninguna restricción
Los nuevos padecimientos se extralimitan con el descubrimiento de los campos de exterminio en Jalisco, Tamaulipas, Michoacán, Guerrero y Sinaloa -hasta ahorita- por que lo que ayer eran unos cuantos, ahora las víctimas se cuentan por miles, como en Teuchitlán donde van mil quinientos incluida la broma de mal gusto de Fernández carroña diciendo: “quién asegura que los zapatos eran de los asesinados” para vomitarse de la carcajada, dejando los 43 de Ayotzinapa como un relato cruel de un cuento para infantes
Los embates del presidente americano, que son muy frecuentes y muy dolorosos, no terminan y por más que insista colita de caballo en maquillar el mal trato porque “hasta ahora nos ha tratado bien” suena ridículo, después de sumisa, gritoneando que la soberanía es cosa seria, los buques de vigilancia gringa cada día son más frecuentes y la duda es por qué no han “chocado” con los barcos cisternas que contrabandean combustible robado y que todo mundo sabe, menos los guardias de la policía vigilante de las costas mexicanas, porque le recuerdo, todas las aduanas del territorio azteca son responsabilidad de los soldaditos de SEDENA, así es calcule usted, ¿cuántos millones de litros de diésel y gasolina se han robado de las arcas de Hacienda?
Estamos más fritos que una mojarra al mojo de ajo y la sugerencia es que si todo mundo sabe que existe un cogobierno entre los maleantes y el que encabeza Claudia, sería bueno exigirles cuentas a los carteles por su mala administración. ¿o usted cómo ve?