“El comportamiento es un espejo en el que cada uno muestra su imagen”
Goethe
Resulta que la congruencia y la coherencia muchas veces están peleadas con la conveniencia y cuando uno, varios o muchos, tienen conciencia, empieza a agotarse la paciencia. Y es ahí donde empiezan los problemas.
Rocío Montalvo es diputada en el Congreso de Nuevo León. Primero fue activista que peleaba por los derechos de los usuarios del transporte y en ese papel era “una piedra en el zapato”; activa, notoria, mediática, aunque nadie sabía bien a bien de dónde provenían los recursos para organizar sus protestas.
Al inicio de la administración de Samuel García le dieron un cargo en el área de Transporte de la Secretaría de Movilidad y se acabaron las protestas, las quejas, los plantones, los gritos y las declaraciones.
Dos años después la hicieron candidata a diputada por Movimiento Ciudadano y anda tú, consiguió llegar a una curul del Poder Legislativo, defendiendo en un inicio los colores y posturas del partido que la impulsó, pero cuando llegó el tema del transporte de la nada doña Rocío comenzó a hacer “extraños” y a liderar protestas por el mal servicio, volviendo al papel que antes tuvo.
La semana anterior, en medio de la crisis por el “tarifazo”, Montalvo le declaró a algún reportero que si no había cambios “tendría que tomar decisiones difíciles”, lo que algunos consideraron como una abierta amenaza a abandonar las filas naranjas.
Pero la sangre no llegó al río y con poquito la aplacaron. Este sábado el Gobernador fue a Juárez, Nuevo León, a la entrega de 40 camiones para una ruta y ahí anunció que se reactivaría el programa de entrega de 350 mil tarjetas para 10 viajes gratuitos en el transporte para personas de grupos vulnerables.
Uno pensaría que para hacerse acreedor a una de esas tarjetas habría que primero pasar el filtro de un estudio socioeconómico y llenar algunos requisitos, pero en Juárez no fue así y al final del evento el Gobernador empezó a repartir tarjetas como barajitas y a la diputada Rocío le dieron un “bonche” de ellas y también las distribuyó a los asistentes.
Así la antes activista intercambió su combatividad y sus amenazas por cinco minutos de fama y unas cuantas tarjetitas de viajes gratis en el transporte para regalar.
La congruencia y la coherencia no siempre van de la mano con la conciencia.