Si tuviera que describir a Marko Cortés con una sola palabra, esta sería “cínico”. Desgañitado y lloriqueando, despotricó contra Yunes tachándolo de traidor, de “Judas” y promoviendo su renuncia, cuando quien debió renunciar hace mucho a su puesto como dirigente del PAN es él: Marko Cortes, cuyo dizque liderazgo ha resultado patético. ¿Ya se nos olvidó cuando “escupió para arriba”, exhibiéndose a sí mismo y denunciando al gobernador de Coahuila, Manolo Jiménez? Sí, lo denunció púbicamente por haber incumplido un pacto clandestino, manipulador y antidemocrático denominado “ACUERDO POLÍTICO ELECTORAL COAHUILA 2023-2024” que él mismo Marko orquestó. ¿Ya se nos olvidó también como le gritoneó e insultó a Xóchitl Gálvez cuando ella misma reconoció públicamente que los resultados electorales del 2 de junio no le favorecían? Eso, además de haberle mal organizado a su candidata una campaña desastrosa, mal asesorada, mal estructurada, mal planeada.
Si a alguien no le gusta la situación política actual de México, no deben culpar a los que ganaron, ellos hicieron su juego y lo supieron jugar. La culpa de tan aplastante derrota es de los que perdieron y de sus “lideres” que no han sabido mantener la cohesión de sus partidos que se les están deshaciendo en las manos. Pero al parecer, la introspección no es lo suyo. Es más fácil culpar a otros que ver pa’ dentro.
La terrible presión que cayó sobre los Yunes (padre e hijo), estando en ellos el voto decisivo para la aprobación de la Reforma Judicial en el senado, no se la deseo a nadie, pero la reacción de Marko Cortés, lloriqueando como novia de rancho despechada, es de dar vergüenza. Queda en evidencia uno de los más viejos vicios de la política: las bancadas han de votar en manadas O en jaurías), y no a criterio individual (por el motivo que sea) de cada legislador. Queda claro que representan y se deben a sus partidos, so pena de convertirse en parias políticos, ser tachados de traidores, vilipendiados y expulsados de sus filas. Quienes debieran representarnos no son libres y por ende, en la arena política, nosotros los ciudadanos tampoco.
Tan turbia ha sido la atmósfera política, que las coaliciones resultan no ser más que complicidades y confabulaciones. Tanto Marko Cortés como Alejandro Moreno del PAN y el PRI respectivamente, tienen que rendir cuentas por sus resultados político electorales durante su gestión. Su componenda no funcionó nunca, porque no era creíble. Más bien era un claro síntoma de su debilidad. Recordemos que la reelección de Alito Moreno como dirigente del PRI fue bastante controversial tanto al interior de su partido como ante la opinión pública. Especialmente porque jamás una dirigencia anterior había perdido tantas posiciones, ni sufrido tantas desbandadas. “Todo por servir se acaba y acaba por no servir”, pero habrá que preguntarnos (con base en resultados) si esos lideres sirvieron alguna vez.