La imaginación exagera, la razón subestima, el sentido común modera”
Marlene Dietrich
Preocupante me ha resultado el caer en conclusión de que, entre el grupo de personas cuya edad fluctúa entre los 30 y los 50 años principalmente, existe una tendencia a adoptar algunas características de comportamiento.
Hay una marcada moda a posesionarse de las cosas y cuando hablas de “mi casa” o “mi carro”, pues todos lo hacemos, sin embargo nuestros jóvenes lo hacen igual con cuestiones que en realidad no les pertenecen y hacen referencia a ellas como si lo fueran.
Otra costumbre que empieza a arraigarse es la tendencia a exagerar, agrandando los aciertos o logros y estableciendo comparaciones para enfatizar que lo que ellos hacen o tienen es “más mejor”, como dirían en mi rancho, que lo de antes o lo de otros.
De la misma manera, tienden a minimizar las opiniones o actos de quienes no están de acuerdo con ellos y al hacerlo, también, se esmeran en aplicar calificativos denostativos, palabras hirientes o maldiciones.
Sé que a estas alturas ya se habrá imaginado a uno, dos o tres personajes públicos de nuestro entorno y así, justamente, lo veía yo hasta hace unos días cuando, sin querer me topé en un corto lapso con varias personas que se comportaban de la misma manera y fue entonces que me puse a observar con detenimiento esta nueva moda y me di cuenta de que son muchos los que actúan así.
No me espanta, ni me asusta porque siempre han existido personas con alguna o varias de estas características, pero verlo de una manera tan marcada en nuestro tiempo me resulta intrigante. ¿Qué motivará que se conduzcan así?
Sabiendo que no son muy afectos a que les lleves la contraria y que cuando así ocurre te enderezan de inmediato sus obuses, simplemente los dejo ser, los escucho y sigo de largo, aunque siempre me quedo pensando que en realidad no son sus cosas, ni el tamaño que presumen es el real.
Ellos y sus modas.
