Los que no nos cocemos en el primer hervor y ahora nos encasillan en la modalidad perfumada pero lastimera de tercera edad, sinónimo de “no sirves para nada”, y nos quieren almacenar en el diván para que calladitos tejamos chambritas para los nietos, imaginábamos haber visto todo en lo que a política refiere.
Pero no, la indolencia, insensibilidad, ironía y cinismo son defectos que los servidores antaño no padecían, o al menos, ocultaban. La muerte del niño de doce años en Paraíso, Tabasco, de manera desgarradora gritaba con dos balazos en la panza: “no quiero morir”, obteniendo como respuesta, luego de su fallecimiento, desde el púlpito de la carroñera, ya no mañanera, que López argumentó algo difícil de aceptar: que, por haber sido en Tabasco, lo magnificaban como escándalo para denostarlo. Hágame usted el chingado favor.
Antes que mostrar dolor -aunque fuera simulado-, pesadumbre o tristeza, arengó contra los que supuestamente se habían aprovechado de la nota para perjudicar su ya de por sí devaluada imagen. A ver, presidente, ¿a quién crees que le importa tu desastrosa actuación? Si soñabas pasar a la historia, sí, estará tu nombre inscrito, pero en la página más negra de lo que pudimos haber padecido, porque si no fuimos capaces y no tuvimos las glándulas hormonales para derrocarte al inicio de esta tragedia, ahorita… ¿ya para qué?
Las malas enseñanzas y peores ejemplos cunden, porque además de las pésimas decisiones que tomaste durante todo tu ejercicio -y no voy a repetir lo que todos saben-, personas tristemente célebres como Cuitláhuac García en Veracruz, Cuauhtémoc Blanco en Morelos, la hija de Félix Salgado en Guerrero, la payasita de la tele Layda Sansores en Chiapas, Alfonso Durazo en Sonora y, por supuesto, Samuel el mentiroso-mentiroso de Nuevo León se esmeraron en aprender pronto y bien las insolentes, burdas y monárquicas órdenes para después burlarse y seguir con el latrocinio, que se les dio… y mucho.
El muchachito modestísimo económica y socialmente, que se ganaba una propina cargando la bolsa de bastones de su papá, que tenía que jugar golf en un campo público por económico, de la noche a la mañana, escupe por un colmillo, con cuatro relojes -hasta ahorita- de nueve millones de pesos, tres vehículos -que siempre soñó- de siete millones, compra seis residencias en San Pedro y un terreno que en dación le traspasa Javier Garza Calderón “El Manitas” por haber burlado al fisco por muchos millones de pesos.
Pero su argumento es que toda su fortuna la inició antes de que fuera político. Quién sabe cuándo sería, porque entre escribir cuatro libros, hacer tres doctorados -que no le han servido de nada- y cargar los bastones de papi, estamos hablando de que tenía catorce años. Todo un genio, ¿no? Debería aconsejar al que no quiso bautizar a su cría, Elon Musk, porque eso es ser… ¡notable!
Esa es la nueva forma de interpretar la política: robar, robar y seguir robando para hacer lo que les dé la gana y burlarse, como haber dispuesto del erario estatal dineros para solventar los gastos en un accidentado evento del Partido Naranja, donde el organismo político, PC municipal y del Estado, ni el que rentó la escenografía se han responsabilizado.