Ayer sucedió una desgracia en San Pedro. Fue una tragedia. Lamentamos la muerte de seres humanos.
La vida a veces es dura. Pasan graves accidentes. Vivir en ocasiones es una amenaza. Hay tragedias como plagas bíblicas. Terminan con una pregunta: ¿qué hacer en estos casos?
Cuestiónate cuanta adversidad eres capaz de soportar y sabrás de qué tipo de madera eres cómo ser humano. Que se esclarezcan los hechos.
Después de enterarme de la tragedia de San Pedro de ayer, volví a una canción, la más hermosa de Bob Dylan: Blowin’ in the Wind.
“¿Cuántos años puede existir una montaña, antes de que sea arrasada por el mar? ¿Cuántos años pueden vivir algunos, antes de que se les permita ser libres? ¿Cuántas veces puede una persona girar la cabeza, y fingir que simplemente no lo ha visto?
La respuesta, amigo mío, está flotando en el viento”.
Ese hombre triste y genial que se llama Bob Dylan, le canta a su gente, pero también a los nuevoleoneses. Y a los vecinos de San Pedro.
Dylan es profeta de la desgracia que a veces se asoma para lastimarnos. A su manera nos consuela.
Odio decirlo, pero en ocasiones caemos de bruces en el suelo y se nos llena la boca de tierra y de lágrimas los ojos.
Dice Dylan que cualquier día es bueno para vivir y para morir. También lo dice la Biblia.
“Esperen muchachos. ¿No saben quién soy? Por supuesto que sabemos quién eres. Tienes deudas pendientes. Hemos venimos a cobrar”.
No permitamos que en Nuevo nos cobren deudas que no son culpa de nadie.
Nunca aceptemos el fin de la esperanza. De la tuya y de la mía. Cubrámonos entre todos. Solo unidos podremos salvarnos.
Descansen en paz las víctimas de esta tragedia; mis más sinceras condolencias a sus familiares y a su gente cercana y mi solidaridad por todos nosotros los nuevoleoneses.