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200 años de Nuevo León

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Ayer hace 200 años, el 7 de mayo de 1824, se constituyó el Estado de Nuevo León. Es cierto que no fuimos una entidad de importancia a lo largo del siglo XIX. Pero si bien no lo fuimos para México, sí lo fuimos para las relaciones comerciales con EUA.

El arancel “Vidaurri” perfiló a Nuevo León como un estado productor y de intercambio comercial con los vecinos del Norte.

Antes de que Santiago Vidaurri fuera gobernador de Nuevo León (lo fue en dos ocasiones, la primera de 1855 a 1857, y la segunda en 1864) los aranceles a las importaciones y exportaciones a Texas eran muy altos. ¿Por qué? Para obligar al comerciante a que negociara con los funcionarios fronterizos, arreglos extra legales, mejor conocidos como “moches” o “transas”.

Vidaurri bajó tanto la tarifa de los aranceles, que los burócratas corruptos se quedaron volando y el Estado despertó su vocación empresarial. Con la llamada “Ley Vidaurri”, la historia regional tomó un mejor rumbo.

Es falso que Vidaurri promoviera la secesión de Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas del resto del territorio nacional; fue un chisme malintencionado de la época que el propio Comonfort bautizó como el “asunto Vidaurri”.

No hay evidencia alguna de que Vidaurri quisiera fundar la República de la Sierra Madre (en cambio, sí consiguió fundar una nueva nación integrada por Tamaulipas y Nuevo León, al menos por unos cuantos meses, mi pariente, el general Antonio Canales Rosillo).

Por supuesto, Vidaurri reivindicaba el noreste de México, una región abandonada por el gobierno central, dejada a su suerte por la Federación; atacada por los bárbaros (aquí no aplica la doctrina Woke, porque eran guerreros muy crueles con el enemigo), los filibusteros y los bandidos de los caminos reales.

Mediante el comercio, el intercambio de bienes y servicios supervisados por el gobierno estatal, el regionalista Vidaurri convirtió a Nuevo León en un centro distribuidor de productos extranjeros, sobre todo de algodón y caucho.

Los nuevoleoneses comenzaron a vivir mejor en comparación con otras regiones de México, donde imperaba la indigencia, la miseria absoluta. Ignacio Manuel Altamirano narra una vista a La Candelaria de los Patos que era un “espantoso muladar”, donde ahora está el Congreso de la Unión (sigue siendo un espantoso muladar).

Vidaurri no cedió ante el presidente Benito Juárez, quien le exigía que le entregara los ingreso de los aranceles para defenderse del Emperador Maximiliano. De esta manera, Vidaurri rechazó “el camino de las transacciones” (de ahí el término moderno “transar”), como decía Melchor Ocampo en su libro “Mis quince días como Ministro”.

Cuando Vidaurri pactó finalmente su adhesión al gobierno de Maximiliano, en Salinas Victoria, metió la pata garrafalmente. Es verdad que tampoco tenía muchas opciones. Murió fusilado.

En estos 200 años de Nuevo León recordemos a figuras de nuestra historia regional como Fray Servando Teresa de Mier (yo escribí un libro sobre su vida que ya está agotado, quién sabe por qué), y a Bernardo Reyes (quien no era de aquí sino de Guadalajara), pero también recordemos a Santiago Vidaurri.

eloygarzasincensura@gmail.com

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