The importance of being Earnest es una “comedia trivial para gente seria” que con el seudónimo de Lady Lancing escibió en 1895 Oscar Wilde. Se le considera su mejor pieza teatral, y se basa en la homofonía en la pronunciación inglesa de las palabras Ernest —nombre propio— y earnest, que quiere decir “serio, determinado”. Sobre esa simpleza hace tres o cuatro actos de una deliciosa comedia de equívocos y confusiones, por parte del protagonista que se inventa un hermano de ese nombre.
Yo sigo pensando que el único capital político que trajo Luis Donaldo Colosio Riojas a Monterrey, su tierra adoptada, son sus apellidos, doblemente ligados a tragedia; su desempeño como alcalde de mi ciudad solamente dejará para la mala memoria de los afectados, la estúpida ciclovía sobre la calle de Ocampo, en el mero centro, para entorpecer aún más el tránsito vehicular en una obra que lleva más de un año en proceso de nunca acabar.
El apellido Cárdenas tiene en el México político una prosapia más potente, no solamente por el bagaje histórico de don Lázaro: su hijo Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano no solamente ha sido tres veces candidato a la presidencia de la República. Es, ciertamente, un referente indispensable en el proceso de transformación de México hacia cierta medrosa forma de democracia. Él, con Porfirio Muñoz Ledo y Heberto Castillo propician el surgimiento y desarrollo de una “corriente democrática” dentro del PRI; al ser rechazados abandonan el partido y fundan el PRD, simiente del movimiento político que hoy nos gobierna.
Cuauhtémoc Cárdenas tiene 90 años, y sus valores personales, historial y discreción le han valido el inexistente puesto de líder moral de la izquierda mexicana. Especialmente su discreción es la que lo hace resaltar: no es frecuente que dé declaraciones. Por ello la entrevista concedida por el ingeniero precisamente al periódico El Universal, uno de los medios más críticos del presidente López y su ejercicio, es muy valiosa.
Como el otro Colosio en su memorable discurso, Cárdenas —a punto de que AMLO deje el poder— ve un país malogrado, que sigue padeciendo pobreza y violencia. Insiste en transformar a PEMEX simplemente porque no sirve. Conservando su discreción ceremonial, se quedó a un milímetro de descalificar la administración del cuatrote. Esa postura, dada a conocer en la última etapa de la carrera presidencial, para la que Cárdenas se manifestó que votará por Claudia —a unos días de haberse reunido con ella en Michoacán— indican a mi juicio que las opiniones de Cárdenas tendrán eco en el programa de gobierno de la seguramente próxima presidenta.
Desde luego que las palabras de Cárdenas lanzan un mensaje a los partidarios de AMLO, pero también a los mexicanos que aún no han decidido por quién votarán: en otras palabras, los que van a inclinar el fiel de la balanza electoral dentro de 23 días. Estas palabras no deben haber sido gratas al oído del presidente López, tan acostumbrado a lisonjas y elogios. Durante todos estos días va a tener que acostumbrarse a escucharlas. Y ni modo que califique a Cuauhtémoc Cárdenas de fifí roñoso, mentiroso, hamburguesado que busca recuperar los privilegios del pasado. Especialmente cuando el ingeniero Cárdenas le acusó de un pecado mortal en la doctrina de Lopitos: dijo que había manejado la economía del país de un modo neoliberal.
¡Jesús del huerto!
PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): Hace mucho que no voy a Nueva York; tanto que ya lo extraño. Sobre todo porque sus apagones no son como los de México, cortitos y localizados. Allá cuando se apaga, se apaga en serio. Me encantaría ir ahora para ver en Times Square el enorme anuncio luminoso de la señora Claudia Sheinbaum. Treinta mil dólares al día cuesta encenderlo.