La crisis política de Reynosa,
Tamaulipas, al parecer seguirá en un proceso ascendente y con visos de larga duración. Makyito Peña Ortiz, el alcalde que anda en campaña para reelegirse, ni deja el gobierno para buscar su reelección, ni gobierna la ciudad, ni anda de aspirante, provocando un vacío de poder, generando una doble situación compleja y absurda: es alcalde sin ser alcalde –se ausenta de las reuniones de Cabildo–, al tiempo de ser candidato sin ser candidato –de medio tiempo hace eventos proselitistas–.
Más claro: el Makyiavelito, vive en USA, y en sus tiempos libres ejerce como jefe edilicio y anda en campaña algunos minutos al día para en la noche regresar a su residencia de Mission, Texas.
Los líderes de opinión de la ciudad –sobre todo la periodista Martha Isabel Alvarado– han documentado las reiteradas inasistencias de Peña Ortiz a reuniones de Cabildo. Este hecho, que no ocurre en otras ciudades de la frontera tamaulipeca, es un evidente indicio de ingobernabilidad en el pueblo.
A ello se suma, una confrontación permanente contra todos los factores de poder reynosenses. En el afán de sacar a su madre Maky Ortiz Domínguez como senadora –es candidata al senado por el Partido Verde–, ha entrado en contradicción con los candidatos de MORENA y del PT en el municipio.
Esa actitud, evidentemente facciosa en la realidad –rompe con de facto con la coalición de MORENA-PV–PT, al convocar a votar por su progenitora; esta actitud, erige un ambiente de confusión entre el electorado que está siendo llamado a votar parejo por el lopezobradrismo. Es decir: a cruzar todas las boletas por el logotipo guindo.
¿Cuántos votos serán anulados por la convocatoria de los Makyiavélicos, en las boletas para elegir a un senador verde?
¿Qué impactos tendrá esa estrategia de Makyito y su mami, en la elección de los candidatos a diputados de Reynosa?
Llevado a la candidatura con calzador, Ortiz Peña, aún no procesa que su postulación dejó una grande fisura en el bloque gobernante local. Su red neuronal, no alcanza, para percibir lo débil que será –de ganar la elección– como alcalde ante los resquemores y los disensos de la mayoría de las familias de poder que coexisten en el municipio.
Esa es justamente, la esencia del problema; es precisamente esa circunstancia, lo que hace prever el alargamiento de la crisis de gobierno de la ciudad. La mayoría de los diputados que serán electos en Reynosa, no orbitan en su pandilla, lo que representará con toda seguridad elementos de contrapeso a su autoridad, si ganan.
Si pierden esos aspirantes, se abrirá otro infierno: Makyito llevará en su haber, –sobre todo por el clima de fragmentación que vive la ciudad– el peso de esas derrotas.
De otra forma: si los diputados llegan a los Congresos, serán un problema para el Makyiavelito; y si no llegan, se convertirán en sus enemigos en la ciudad.
Con menos rollo: el grado de ingobernabilidad de Reynosa, no terminará en el corto plazo.
¿Y eso qué significa?
Casi nada: la parálisis de la ciudad, en sus planes y proyectos de gobierno y la molesta estridencia de los grupos de poder y de gobierno, que se sienten soslayados por las prácticas político-administrativas en el Ayuntamiento de los Makyiavélicos.
Grande la desgracia de los reynosenses.
La familia Peña Ortiz, seguirá viviendo a salta de mata –sobre todo porque sus problemas penales, no terminarán en corto– en tanto la población seguirá sufriendo el colapso de los servicios públicos, con el consecuente atraso general de la ciudad.
Hay que estar preparados para seguir presenciando la cada día más deplorable historia tragicómica de una banda familiar, que ha hecho de su praxis cotidiana, la perversión de la política –al monetizarla– y el quebrantamiento cotidiano de las leyes.