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El cambio, en las urnas

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La permanencia del PRI en el poder durante más de 70 años y la estela de fraudes que la permitió, fomentaron el abstencionismo. La idea de que votar era inútil arraigó entre la mayoría. ¿Cuál era el objeto de acudir a las casillas si los resultados se conocían de antemano? Desde la elección del primer presidente priista (Pascual Ortiz Rubio, 1929), bajo las siglas del PNR, hasta el último (Enrique Peña Nieto), se cometieron todo tipo de irregularidades; unas evidentes, otras encubiertas. Los primeros candidatos de oposición en ocupar una alcaldía, una diputación federal, una gubernatura y una senaduría fueron: Manuel Torres Serranía (Quiroga, Michoacán, 1947), Florentino Villalobos (1982), Ernesto Ruffo Appel (Baja California, 1989) y Héctor Terán (1991). Todos militantes del PAN, cuando ese partido respondía a los intereses ciudadanos y no a las cúpulas.

Para mantener su hegemonía, el sistema recurrió a la sustracción y relleno de urnas, a la destrucción de boletas marcadas por las oposiciones, a la compra de votos y a otras formas de fraude menos burdas. Tambien, con frecuencia, echó mano de la violencia. El 1 de enero de 1946, la Unión Nacional Sinarquista y el PAN, agrupados en la Unión Cívica Leonesa, protestaron por el robo de las elecciones para alcalde en la Plaza de la Constitución. Carlos A. Obregón obtuvo más 22 mil votos, pero el triunfo se le otorgó a Ignacio Quiroz, del Partido de la Revolución Mexicana, precedente del PRI, quien solo consiguió 58. El 2 de enero, el Ejército y la policía local reprimieron a los manifestantes. Las autoridades reportaron 46 muertos, 400 heridos y 77 detenidos.

“Los cuerpos fueron levantados en un camión del ayuntamiento con el objetivo de desaparecerlos y, de esa manera, reducir el número de víctimas, sobre todo de mujeres y niños”. Así lo establece la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en el informe “Matanza de León, Guanajuato, de cientos de ciudadanos que defendían su derecho a la democracia”. La presión internacional provocó la destitución de Quiroz, la desaparición de poderes en el estado y la renuncia del gobernador. Meses después, el New York Times publicó: “Coroneles mexicanos detenidos; Tribunal Militar ratifica detención por su participación en la masacre de León”.

La guerra sucia se dirigió contra activistas sociales, disidentes políticos y universitarios. El 15 de septiembre de 1961, en el transcurso de una protesta por el fraude en las elecciones para gobernador de San Luis Potosí, encabezada por Salvador Nava Martínez, candidato del Frente Potosino, “un grupo de francotiradores dispara contra los manifestantes, provocando numerosos decesos” (CNDH). Nava y parte de su equipo fueron detenidos en el Campo Marte y después trasladados a la cárcel de Lecumberri acusados de “disolución social y alteración del orden público”. Cuando el Estado se sintió atrapado, también cargó contra los estudiantes. La CNDH relata los hechos del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas: “Se persiguió a los jóvenes por su militancia. No hubo investigación de los crímenes de lesa humanidad ni se fincaron responsabilidades (…) a los victimarios se les premió”. Como “hija del movimiento del 68” en el cual participaron sus padres, Claudia Sheinbaum, candidata de Morena a la presidencia, tiene el desafío de convencer a los jóvenes de entonces y a los de hoy —los más abstencionistas— de acudir el 2 de junio a las urnas y votar por ella y por un Congreso de mayoría morenista.

El PRI dominó el Congreso General durante 68 años. Así pudo controlar el presupuesto y modificar la Constitución sin contrapesos. La emergencia de una izquierda renovada y el repudio creciente al statu quo propiciaron el primer Gobierno dividido en las elecciones intermedias del sexenio de Ernesto Zedillo. La participación del 71.2% de la lista nominal hizo perder al PRI la mayoría en la Cámara de Diputados al obtener 239 asientos (81 menos con respecto a 1991). El PRD se erigió como segunda fuerza electoral con 125 escaños y el PAN bajó al tercer puesto con 121. El excandidato presidencial del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas, quien ganó la jefatura de Gobierno de Ciudad de México en el mismo proceso, es otro de los aliados de Sheinbaum.

gerardo.espacio4@gmail.com

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