Casi en todo el mundo, los años de elecciones generales suelen ser de desconcierto y descontrol. Sólo hay que seguir las fluctuaciones de carácter del presidente López en su púlpito matutino, y la desazón que le causa la falta de férrea disciplina de su delfina designada, a pesar de que ella insista en afirmar cada vez que puede que López Obrador es el mejor presidente que México ha tenido en su historia.
En coincidencia, los Estados Unidos están también en una elección presidencial decisiva. Ni México ni su poderoso vecino volverán a ser iguales una vez que concluyan las elecciones de junio y noviembre respectivamente. Malos augurios se ciernen sobre ambos países.
El principal es la probabilidad alta de que Donald Trump gane su reelección postergada; sus procesos han entrado en su etapa final. Extrañamente, el juicio que puede afectarle de forma más grave es el más trivial: la relación sexual con una puta estando casado con mujer recién parida, y su intento de comprar su silencio con varias decenas de miles de dólares. Suma que además tuvo que apolingar su abogado para ser retribuido luego en abonos chiquitos facturados como servicios profesionales. Del abogado. Pese a todo ello, si Trump llega otra vez a la Casa Blanca, no hay buen presagio para los mexicanos.
El sistema judicial de los Estados Unidos es un reflejo de la moral cuáquera que trajeron los peregrinos del Mayflower. Una moral doble, es cierto, pero que pone a la cabeza de las inmoralidades el perjurio. Es peor mentir en un jurado que haber cometido un delito mayor y confesarlo. Cuando el perjurio se extiende a falsificación de documentos fiscales —ojo— el pecador multiplica su pena. Y en este caso nada ayuda que el hijo de Donald Trump le acompañe en la cascada de acusaciones, y peor aún que tengan que ver con negocios turbios con la Rusia de ahora.
A los mexicanos ingenuos solamente nos queda aferrarnos a la tradición histórica del cambio presidencial. A pesar del repunte de Xóchitl Gálvez en las famosas encuestas, se antoja difícil que logre superar en los comicios de junio. Se ha perdido demasiado tiempo, y por lo demás no nos debe quedar duda de que el presidente López descalificará, si le son adversos los resultados, las elecciones, el INE, la Suprema Corte y —como dice un chiste procaz— a oscuras, os sacerdotes, cardenales y al mismo Papa.
La única esperanza es que el verdadero rostro y pensamiento de Claudia Sheinbaum los conozcamos hasta el momento en que se coloque la banda presidencial. Como es tradición de esa cubeta de cangrejos que es la política mexicana, desaparecerá la docilidad ciega para inaugurar un nuevo calendario, con otras reglas y otra voz.
Y si no, que Dios nos agarre confesados.
PARA LA MAÑANERA (Porque no me dejan entrar sin tapabocas): La aprobación de casi cien mil millones de dólares para una ayuda externa especial que solicitó el presidente Biden y aprobaron los rejegos radicales republicanos del Congreso no va a terminarlos dos conflictos más graves que el mundo tiene. Aunque de esa suma corresponde más de la mitad a Ucrania en su guerra de resistencia contra Rusia, esta va para largo. El apoyo a Israel en sus intentos de exterminio de los palestinos, Nethanyaju realmente no lo necesita; el dinero sobrante irá a Taiwán en un gesto político en la pugna con China, que en realidad tiene lugar en otro campo, el del comercio.