Cuando me consultan para escoger equipo para un centro de entretenimiento de cierto nivel, –proper, como dirían los ingleses- tiendo a recomendar gastar más en el equipo de audio que en las pantallas.
Tengo ese sesgo tal vez por como escogí mi formación social y cultural. Socialmente me juntaba con mis amigos a escuchar música y culturalmente porque “El Tigre”, quien fungía como jardinero en el Estadio del Tec y era físico-culturista, (de hecho fue presidente de la asociación de esa disciplina de Nuevo León) y sin llegar a ser amigos platicábamos sobre el deporte y la llevaba bien con él.
Pues resulta que “El Tigre” también era el portero del Teatro Luis Elizondo y cuando había eventos de la SAT y dependiendo del aforo, que normalmente era escaso, nos dejaba entrar para ocupar los asientos vacantes. Así escuché gran calidad de intérpretes de música clásica. En otros foros cada vez que venía un jazzista lo veía a veces teniendo que llegar hasta el extremo de tener que pagar boleto. Menos tiempo dedicaba a ver cine y tomaba café platicando de las películas, lo que en muchas ocasiones me causó reclamos, porque yo platicaba las películas mejor de lo que estaban.
Pero volviendo al tema, en equipos de audio hay dos aspectos que atender. El sonido de Teatro en Casa y el sonido para escuchar música. La diferencia es que, para que el ver una película se vuelva una experiencia más inmersiva, se instalan bocinas al frente y además se colocan dos bocinas atrás de los espectadores y dos más encima, agregando un subwoofer que reproduce los bajos para sentir las explosiones, terremotos, dragones, estampidas de cebras y similares.
Esta fórmula da en total 5 bocinas y un subwoofer o 7 bocinas y un subwoofer, por eso los home theaters pueden ser 5.1 o 7.1.
El objetivo de tanta bocina se entiende cuando vemos una escena en donde un jet que se dirige hacia nosotros sale de cámara y lo seguimos percibiendo “volando” sobre nosotros y luego se aleja por detrás a lo lejos, mientras nos retumban las bombas en el pecho. Otro ejemplo es como escuchamos las gotas de lluvia caer sobre nosotros y por detrás se escucha fauna como ranas y grillos para luego ser sorprendido por el bajo rugido del tiranosaurio.
La edición de audio es gran parte de la substancia de una película, sobre todo en las películas de acción. Por eso se ve en la entrega de Los Oscares que en la categoría “Mejor Sonido” aparecen películas que no tienen ninguna otra nominación. Antes había dos categorías “Mejor Mezcla de Sonido” y “Mejor Edición de Sonido”, que son hechas por diferentes especialistas, pero la última vez que vi la entrega de los premios solo se dio premio por “Mejor Sonido”.
Esa calidad de centros de entretenimiento es normalmente más que suficiente para escuchar música, pero los más exigentes melómanos prefieren apostar todo a la música y ahí es donde recurrimos a una categoría acuñada en los años cincuenta, el equipo HiFi estereofónico, esto es lo que conocemos como estéreo, que se compone de dos bocinas una a la derecha y otra a la izquierda.
La música se graba por los estudios de sonido asumiendo que se reproducirá en un estero y no Alexa o una bocina bluetooth o en el equipo de sonido del carro. Esto es, se graba mezclando los instrumentos siendo la meta aparentar haber sido grabado usando dos micrófonos, uno derecho y uno izquierdo, al reproducirse en un estéreo proper, se cree una imagen acústica de un escenario lo que nos da la sensación estar frente a los músicos.
En mi opinión de cierto costo hacia arriba los sistemas se escuchan diferente pero no necesariamente mejor, de hecho algunos se escuchen mejor que la música en vivo.
Hay música que, por más que quiero, ya no escucho como lo hace 40 años. A medida que maduramos perdemos sensibilidad auditiva, tal vez por eso es que no nos gusta Bad Bunny ni el Reguetón. Otra parte de eso es porque nuestra memoria mejora las cosas que nos gustan, no es que el modular Zenith se escuchara mejor que mi equipo actual, lo que pasa es que le agregamos sentimientos a la experiencia auditiva.
Las pantallas, hasta la fecha y en el próximo futuro, no se ven más en vivo por más que aumente su costo y para equipos de buen nivel la diferencia se nota solo cuando estás viendo una pantalla al lado de otra. Sobre esto algún amigo alardeaba de su nueva pantalla de 75 pulgadas con 4k de resolución, la verdad es que él no podía leer ni los subtítulos, mucho menos podría haber visto las bendiciones de la tecnología.
¿Y a dónde se va toda esa fidelidad que ya no escuchamos y la definición que no distinguimos? Tal vez al mismo hueco en el pecho donde están los recuerdos perdidos de los amigos con los que disfrutábamos tanta música, también con quien bailamos, con quienes platicamos de las películas y también de los sustos, suspiros y ojos húmedos que nos provocaron.
