Leer mensajes en WhatsApp o en Facebock como “Ya C”, “Tkiero”, “Ntp”, “Nproble” y más, me retroceden a las películas de Tarzán, “El rey de la Selva”.
El personaje creado por Edgar Rice Burroughs, protagonizado por el atlético Johnny Weissmuller, se golpeaba el pecho y repetía, “Yo Tarzán”.
Weissmuller, de 1.91, esbelto y anchas espaldas, producto de su afición a la natación, lo llevó a los JO de París y Ámsterdam a ganar 5 medallas de oro.
En su primera película “Tarzán de los monos”, con Maureen O‘Sullivan como “Jane”, era lo mismo. “yo Tarzán”, “tu Jane”, “ella Chita”, una mona.
En primero y segundo de primaria, la maestra “Chuchita”, en el Centro Escolar México, ubicado en el Barrio de “Santa Julia”, me dio mis coscorrones.
Me repetía que la ortografía era la forma correcta de escribir palabras y utilizar signos auxiliares de reglas que rigen la escritura para un lenguaje estándar.
Ramiro Cortéz, Gerónimo Villavicencio y Francisco González, me aplicaron en la ortografía y el de 4º grado me levantaba del pupitre jalándome la patilla.
En este oficio, cómo no agradecer a Teófilo García Armendáriz y Félix Ramos Gamiño, expertos en redacción y subdirectores. Nomás les faltaba el borrador.
Escribir con buena ortografía no se trata de educación especial, Ese es un término que consideran conservador. Ahora se desea que todos seamos iguales.
Ahora me quieren regresar, peor que con Tarzán, como si fuera primaria a aprender un lenguaje inclusive. Aprender a diferenciar entre ellos, ellas y elles.
Mejor, después, les escribo todo lo de Tarzán.