Tal parece que los jóvenes impetuosos Samuel Alejandro García Sepúlveda y su consorte, la influencer Mariana Rodríguez Cantú cuando tomaron las riendas del Estado, el 4 de octubre del 2021, se imaginaron que iban a reinar en «Disneyleón», una tierra de fantasía dónde las nubes son de algodón y el arcoíris de dulces multicolores. No me queda duda, la parejita «gobernante» vive distante, en un mundo paralelo o más bien, de caramelo. Siguen inmeros en una burbuja que a trasluz todo lo perciben color de rosa, mientras sus «súbditos» sufren afligidos por las crisis sin control: escasez de agua, inseguridad galopante, contaminación asfixiante, feminicidios alarmantes y una total falta de oficio político.
Él y Ella habitan en el país del Nunca Jamás, ideado, según la leyenda, en una lejana y exótica isla donde los niños no crecen y viven sin ninguna regla ni responsabilidad, pasando así la mayor parte del tiempo divirtiéndose y viviendo aventuras sin fin. Samy y Marianis en esta trama son dos niños perdidos, pero felices.
Adolecentes eternos no nacieron para la gobernanza. Fueron concebidos para los reflectores que enciende el internet. Deben su ascenso político a las redes sociales: Facebook, Instagram, Tweeter, WhatsApp y Tik Tok; un cóctel perfecto para la frivolidad, el chacoteo y el desmadre.
Sus ocurrencias y fiascos, sin duda, han exhibido la incapacidad que enfrentan para dirigir los destinos de Nuevo León, un Estado pujante y en constante progreso, de mujeres y hombres emprendedores, que este dueto ha convertido en el hazmereir de México y del mundo.
Así lo demostraron en sus primeras acciones de gobierno. Fue patético ver a Samuel García enfundado en una botarga de Buzz Lightyear, el personaje de Toy Story y a Mariana Rodríguez, que insolente, profanó la solemnidad de Palacio de Cantera al traspasar los umbrales del recinto, ataviada en un pavoroso vestido de Cenicienta.
«Llegó una sorpresa al Palacio, Cinderella looking for a fella. ¿Y apoco Cinderella tenía collar negro?”, reaccionó festivo el Gobernador, apoyando el desliz de su consentida mujercita.
Apenas iniciaba la «luna de miel» con la sociedad y muchos nuevoleoneses vieron con buenos ojos aquel desplante juvenil, pensando quizás que estaba por iniciar un nuevo estilo de hacer política disruptiva, de protocolos y tabúes rotos. No ocurrió así.
Han transcurrido casi diez meses de esta administración «fosfo – fosfo» y el hartazgo de la ciudadanía es evidente, el fiel reflejo del rechazo son las mentadas de madre que le provocan ataques de histeria a Samuel García. Un gobernador mitomano, soberbio, extravagante y pendenciero, atrapado en una encrucijada en la que se metió a causa de sus propios errores y que ha colocado a Nuevo León al borde de la ingobernabilidad.
«Estoy muy contento», es la frase recurrente que Samuel Alejandro García Sepúlveda repite como mantra cuando se trata de lanzar un petardo mediático y engañoso para distraer a los nuevoleoneses, como el Plan Maestro que dice tener para dotar de agua a la población hasta el año 2050, mientras los ciudadanos le piden a gritos les proporcione el vital líquido hoy mismo, no un día más.
Creo que en medio de la inconformidad y el caos social que se vive en el Estado y esa sequía apocalíptica que amenaza la vida y la gobernabilidad Samy es el único contento.